jueves, 7 de mayo de 2020

Para rezar en familia 7 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.


1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Creador. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que eres nuestro Buen Pastor resucitado: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

· Tú que nos das la Vida en abundancia: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
· Tú que nos congregas en un solo rebaño: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 13,16-20


Catequesis para mayores de 12 años
Jesús, en la Hora de su Pascua gloriosa, humildemente lava los pies a sus discípulos y les asegura la felicidad, si obran como Él lo hizo. Hoy nos habla de la humildad que Él tuvo ante el Padre y que nos la exige para reconocerlo como Señor de nuestras vidas: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor.” El Señor y Maestro es Cristo, nosotros somos sus discípulos. Si lo aceptamos con humildad, habitaremos el misterio de Dios. “Les aseguro que el que reciba al que yo envíe, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió.”
Cristo nos llama a recibirlo como Dios, pero muchas veces lo despreciamos y nos creemos más y mejores que Él. Hay una semilla de soberbia en nosotros de querer ser como dioses, ser más que el verdadero Dios. Esa fue la rebeldía de Adán y Eva. Muchas veces queremos corregir a Cristo como Pedro quiso hacerlo cuando le dijo al Señor que no tendría que sufrir o cuando Jesús quiso lavarle los pies. Otras veces nos creemos superiores al Evangelio cuando cambiamos las palabras de Jesús según nuestra conveniencia. Finalmente, nos creemos superiores a Jesús al hacernos salvadores de los demás, ocupando el lugar del verdadero Mesías.
Fray Antonio Royo Marín enseña que la humildad “nos inclina a cohibir el desordenado apetito de la propia excelencia, dándonos el justo conocimiento de nuestra pequeñez y miseria, principalmente con relación a Dios”. Y nos muestra grandes ejemplos de humildad en la vida de Jesús: Primero en su vida oculta, empezando en el vientre de María. También en su vida familiar donde pasó la mayoría de sus años en la tierra, desconocido, como un obrero manual, sin estudios, sin poder, sin fama, obedeciendo a sus criaturas. Segundo, en su vida pública. Escogió para discípulos gente ignorante y ruda, pescadores y publicanos. Vivía pobremente y con sencillez. Tercero, en su pasión. Entró en Jerusalén montado en un burro. Lavó los pies de sus apóstoles, incluyendo al traidor Judas. Recibió las burlas, los golpes, los insultos, los salivazos, y la corona de espinas, sin quejarse de nada. Y murió en la cruz mientras las muchedumbres se burlaban y blasfemaban. Cuarto: Su humildad sigue como una enseñanza impresionante al mundo en la Santísima Eucaristía en la cual está perfectamente sujeto a sus ministros indignos. Se queda en la humildad y pequeñez, expuesto a los sacrilegios e indignidades del mundo, para amarlo y adorarlo en su presencia eucarística.
Santa Teresita de Liseaux nos dirá que la humildad es andar en la verdad. Reconocer quién es Dios y quien soy yo. Desde ahí podremos servir a los demás y dejar que Cristo (que dijo: “Yo Soy ”) sea verdaderamente mi Dios, como lo hicieron los santos de la Iglesia.

Santa de hoy: Santa Rosa Venerini, fundadora de las Pías Maestras Venerini, ejemplo de humildad y servicio. Nació en Viterbo (1656). La educación recibida en la familia le permitió desarrollar los numerosos talentos de mente y de corazón y de formarse bajo principios cristianos sólidos. A la edad de siete años hizo voto de consagrar a Dios su vida. Durante la primera fase de su juventud, vivió el conflicto entre las seducciones del mundo y la promesa hecha a Dios. Superó tal conflicto con oraciones y muchos sacrificios.
En 1685 Rosa dejó la casa paterna para dar inicio a la primera escuela para educar a niñas pobres. Cuando comprendió que las niñas y las mujeres de su tiempo tenían necesidad de ser educadas e instruidas sobre las verdades de la fe y de la moral, no escatimó tiempo, trabajo, luchas, dificultades de todo tipo al fin de contestar al llamado de Dios. El primero objetivo de la Fundadora era ofrecer a las niñas una completa formación cristiana y de prepararlas para la vida civil, por eso abrió la primera «Escuela Pública femenina en Italia». En 1716 recibió a visita del Papa Clemente XI que quiso asistir a las clases, y le dijo: «¡Señora Rosa, usted hace lo que nosotros no podemos hacer! Le agradecemos mucho porque, estas escuelas, ¡santificarán Roma!». La obra creció llegando a tener 40 escuelas en vida de la Santa. Actualmente la congregación está en varios países, cuyo lema es Educar para salvar.
Rosa repetía: «me siento tan apegada a la Voluntad de Dios, que no me importa ni la muerte ni la vida, quiero lo que Él quiere, quiero servirle lo cuanto Él quiere ser servido por mí y nada más!».
Con oración incesante, participaba espiritualmente de todas las Santas Misas que eran celebradas en toda parte del mundo: unía los dolores, el cansancio, las alegrías de su vida a los sufrimientos de Jesucristo, preocupándose que la Preciosa Sangre de Jesús no fuese derramado en vano. La oración era el aire que respiraba durante toda su jornada.
Rosa confortaba y curaba a los enfermos, reanimaba a los desesperanzados, consolaba a los afligidos, invitaba a los pecadores a la vida nueva, exhortaba a la fidelidad a las personas consagradas, auxiliaba a los pobres, combatía toda forma de esclavitud moral. Vivió consumada por dos grandes pasiones: la pasión por Dios y la pasión por la salvación de los hijos de Dios.
El milagro que la llevó a los altares tuvo lugar en Camerún: Serge, un niño de la leprosería de fue curado milagrosamente por intercesión de Santa Rosa.

Oración: “San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.”

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar con la limpieza, estudiar, no molestar, rezar alguna oración, hacer un pequeño sacrificio, servir al otro, etc..

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Dios nuestro, que restauras la naturaleza humana elevándola por encima de su condición original, mira el inefable designio de tu amor y conserva los dones de tu gracia en aquellos que renovaste por medio del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

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