Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.
Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.
1. + Señal de la cruz
2. Ven, Espíritu Creador. Ven, dulce huésped del
alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las
horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que eres nuestro
Buen Pastor resucitado: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.
· Tú que nos das la
Vida en abundancia: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
· Tú que nos congregas
en un solo rebaño: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad
4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san
Juan 13,16-20
Catequesis para mayores de 12 años
Jesús, en la Hora de
su Pascua gloriosa, humildemente lava los pies a sus discípulos y les asegura
la felicidad, si obran como Él lo hizo. Hoy nos habla de la humildad que Él
tuvo ante el Padre y que nos la exige para reconocerlo como Señor de nuestras
vidas: “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor.” El Señor y
Maestro es Cristo, nosotros somos sus discípulos. Si lo aceptamos con humildad,
habitaremos el misterio de Dios. “Les aseguro que el que reciba al que yo envíe,
me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me envió.”
Cristo nos llama a
recibirlo como Dios, pero muchas veces lo despreciamos y nos creemos más y
mejores que Él. Hay una semilla de soberbia en nosotros de querer ser como
dioses, ser más que el verdadero Dios. Esa fue la rebeldía de Adán y Eva.
Muchas veces queremos corregir a Cristo como Pedro quiso hacerlo cuando le dijo
al Señor que no tendría que sufrir o cuando Jesús quiso lavarle los pies. Otras
veces nos creemos superiores al Evangelio cuando cambiamos las palabras de
Jesús según nuestra conveniencia. Finalmente, nos creemos superiores a Jesús al
hacernos salvadores de los demás, ocupando el lugar del verdadero Mesías.
Fray Antonio Royo
Marín enseña que la humildad “nos inclina a cohibir el desordenado apetito de
la propia excelencia, dándonos el justo conocimiento de nuestra pequeñez y
miseria, principalmente con relación a Dios”. Y nos muestra grandes ejemplos de
humildad en la vida de Jesús: Primero en su vida oculta, empezando en el
vientre de María. También en su vida familiar donde pasó la mayoría de sus años
en la tierra, desconocido, como un obrero manual, sin estudios, sin poder, sin
fama, obedeciendo a sus criaturas. Segundo, en su vida pública. Escogió para
discípulos gente ignorante y ruda, pescadores y publicanos. Vivía pobremente y
con sencillez. Tercero, en su pasión. Entró en Jerusalén montado en un burro.
Lavó los pies de sus apóstoles, incluyendo al traidor Judas. Recibió las
burlas, los golpes, los insultos, los salivazos, y la corona de espinas, sin
quejarse de nada. Y murió en la cruz mientras las muchedumbres se burlaban y
blasfemaban. Cuarto: Su humildad sigue como una enseñanza impresionante al
mundo en la Santísima Eucaristía en la cual está perfectamente sujeto a sus
ministros indignos. Se queda en la humildad y pequeñez, expuesto a los
sacrilegios e indignidades del mundo, para amarlo y adorarlo en su presencia
eucarística.
Santa Teresita de
Liseaux nos dirá que la humildad es andar en la verdad. Reconocer quién es Dios
y quien soy yo. Desde ahí podremos servir a los demás y dejar que Cristo (que
dijo: “Yo Soy ”) sea verdaderamente mi Dios, como lo hicieron los santos de la
Iglesia.
Santa de hoy: Santa Rosa Venerini,
fundadora de las Pías Maestras Venerini, ejemplo de humildad y servicio. Nació
en Viterbo (1656). La educación recibida en la familia le permitió desarrollar
los numerosos talentos de mente y de corazón y de formarse bajo principios
cristianos sólidos. A la edad de siete años hizo voto de consagrar a Dios su
vida. Durante la primera fase de su juventud, vivió el conflicto entre las
seducciones del mundo y la promesa hecha a Dios. Superó tal conflicto con
oraciones y muchos sacrificios.
En 1685 Rosa dejó la
casa paterna para dar inicio a la primera escuela para educar a niñas pobres.
Cuando comprendió que las niñas y las mujeres de su tiempo tenían necesidad de
ser educadas e instruidas sobre las verdades de la fe y de la moral, no
escatimó tiempo, trabajo, luchas, dificultades de todo tipo al fin de contestar
al llamado de Dios. El primero objetivo de la Fundadora era ofrecer a las niñas
una completa formación cristiana y de prepararlas para la vida civil, por eso
abrió la primera «Escuela Pública femenina en Italia». En 1716 recibió a visita
del Papa Clemente XI que quiso asistir a las clases, y le dijo: «¡Señora Rosa,
usted hace lo que nosotros no podemos hacer! Le agradecemos mucho porque, estas
escuelas, ¡santificarán Roma!». La obra creció llegando a tener 40 escuelas en
vida de la Santa. Actualmente la congregación está en varios países, cuyo lema
es Educar para salvar.
Rosa repetía: «me
siento tan apegada a la Voluntad de Dios, que no me importa ni la muerte ni la
vida, quiero lo que Él quiere, quiero servirle lo cuanto Él quiere ser servido
por mí y nada más!».
Con oración incesante,
participaba espiritualmente de todas las Santas Misas que eran celebradas en
toda parte del mundo: unía los dolores, el cansancio, las alegrías de su vida a
los sufrimientos de Jesucristo, preocupándose que la Preciosa Sangre de Jesús
no fuese derramado en vano. La oración era el aire que respiraba durante toda
su jornada.
Rosa confortaba y
curaba a los enfermos, reanimaba a los desesperanzados, consolaba a los
afligidos, invitaba a los pecadores a la vida nueva, exhortaba a la fidelidad a
las personas consagradas, auxiliaba a los pobres, combatía toda forma de
esclavitud moral. Vivió consumada por dos grandes pasiones: la pasión por Dios
y la pasión por la salvación de los hijos de Dios.
El milagro que la
llevó a los altares tuvo lugar en Camerún: Serge, un niño de la leprosería de
fue curado milagrosamente por intercesión de Santa Rosa.
Oración: “San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla. Sé nuestro amparo contra las perversidad y asechanzas
del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tu príncipe de la milicia
celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros
espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las
almas. Amén.”
Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el
evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las
ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las
palabras: “Ustedes serán felices si, sabiendo estas cosas, las practican.”
· En silencio meditamos
con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.
Oración: Ángel de mi guarda,
dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me
perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.
5. Cada uno de
la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .
6. Ahora, cada
uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .
7.
Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero
sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también
podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál
es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar con la limpieza,
estudiar, no molestar, rezar alguna oración, hacer un pequeño sacrificio,
servir al otro, etc..
8. Oramos como
Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…
9. Nos damos
la Paz del Señor, como gesto de amor.
10. Oramos a
nuestra Madre:
Dios te salve María…
11. Comunión
espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo
Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que
ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi
corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo
y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.
12. Oremos: Dios nuestro, que restauras la
naturaleza humana elevándola por encima de su condición original, mira el
inefable designio de tu amor y conserva los dones de tu gracia en aquellos que
renovaste por medio del bautismo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que
vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos
de los siglos. Amén. Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.
13. Los padres
se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente.
Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de
todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.
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