martes, 12 de mayo de 2020

Para rezar en familia 12 de mayo de 2020


Para hacer oración familiar, dejamos todos previsto: apagamos los celulares y la pantalla, sin prisa por la comida, generamos un ambiente de silencio, etc. De este modo seremos una Iglesia en el hogar.

Se reúne la familia en una sala de la casa en torno una mesa, cubierta con un mantel morado o blanco, colocamos un crucifijo, una imagen de la Sagrada Familia o de la Virgen María, y en el centro la Biblia junto a una vela encendida. Los padres, o uno de ellos, son los responsables de guiar a los hijos en este momento de oración para entrar en alabanza y diálogo con Dios.



1. + Señal de la cruz

2. Ven, Espíritu Santo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

3. En presencia de Dios, pedimos perdón:
· Tú que al resucitar renuevas todas las cosas: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

· Tú que nos llamas a transformar el mundo: Cristo, ten piedad.
Cristo, ten piedad.

· Tú que harás participar a todo el universo de la gloria de tu resurrección: Señor, ten piedad.
Señor, ten piedad.

4. Proclamamos el evangelio de Jesucristo según san Juan 14, 27-31ª


Catequesis para mayores de 12 años
La Paz que nos trae Jesús es distinta a la paz del mundo. El Señor nos trae una paz que proviene de la esperanza en la salvación eterna. Es la paz del corazón que se origina en un acto de perdón, la paz de orar al Padre, la paz de hacer el bien o la paz de saberme perdonado. ¡Es la paz que se derrama del Crucificado y que la entrega como Resucitado!
Contrariamente, el mundo ofrece una paz “del cementerio”, asociada con la vida temporal y al miedo a la muerte. La paz del mundo se origina en el temor y la perturbación. Es decir, el mundo habla de paz si tengo suficiente dinero para “comer y comprar” , si me “he preparado para la guerra” , si tengo buen “sistema de defensa y seguridad” , o si tengo “buena salud física” , entonces digo: “estoy en paz” por la ausencia de conflictos. Todo esto no es malo, pero no logro “estar en Paz” sino “estar tranquilo”. Sólo he podido bajar la hipótesis de conflicto con una paz temporal que muchas veces viene del Príncipe de este mundo y no de Jesús.
Hoy el Señor nos trae la verdadera Paz que se funda en la esperanza de su Segunda Venida. Vivimos en Paz, porque a pesar de las injusticias, el egoísmo, la enfermedad y la muerte, Cristo nos concede la victoria final de la salvación eterna. Una paz que se funda en el amor del Hijo al Padre y que hoy nos quiere hacer partícipes por medio de la donación del Espíritu Santo. Una Paz que en definitiva es un suave gozo en el alma.

Santos de día:
Santos Nereo y Aquiles fueron dos soldados romanos que se convirtieron al cristianismo. Su martirio, según los historiadores, probablemente ocurrió alrededor del año 300, durante las persecuciones de Diocleciano. El documento más antiguo que nos ha llegado sobre los dos mártires es una inscripción en latín colocada en su tumba por el papa san Dámaso (304-384). Este Pontífice se hizo famoso por haber redactado y hecho grabar los epitafios o lápidas en los sepulcros de muchos famosos mártires de las catacumbas de Roma.
Dice así el elogio martirial de San Dámaso: “Nereo y Aquiles, mártires. Se habían inscrito en la milicia y ejercitaban su cruel oficio, atentos a las órdenes del tirano, y prontos a ejecutarlas, constreñidos por el miedo. ¡Milagro de la fe! De repente dejan su cruel oficio, se convierten, abandonan el campamento impío de su criminal jefe, tiran los escudos, las armaduras, los dardos ensangrentados y, confesando la fe de Cristo, se alegran de alcanzar mayores triunfos. Tened noticia por Dámaso a qué alturas puede llegar la gloria de Cristo.”
Los sumos Pontífices (Siricio, Juan I, Gregorio Magno, León III) le dedicaron templos y homilías en honor estos hermanos mártires de la fe. Su fiesta se celebra desde la antigüedad el 12 de mayo.

San Pancracio. Un adolescente romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declararse creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo. Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: "Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre".
Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: "Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: "En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo". (Hechos 6,41). Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: "Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre". Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo. Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros. De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.
Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo en el año 304. San Pancracio: ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

Catequesis para menores de 12 años
· Se proclama el evangelio y se ayuda a los niños a recomponer el relato, buscando los detalles.
· Se explica desde las ideas centrales de la catequesis de adultos (el texto anterior).
· Reflexionamos las palabras: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!”
· En silencio meditamos con el corazón el significado de estas palabras y las compartimos.

Oración: Ángel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes solo que me perdería. Hasta que alcance los brazos de Jesús, María y José.

5. Cada uno de la familia dice una acción de gracias.
Dios Padre, te damos gracias por … .

6. Ahora, cada uno hace una petición.
Dios misericordioso, te pedimos por ... .

7. Presentación de las ofrendas. En la Pascua, Jesús se ofrece como cordero sacrificado al Padre por nosotros. Ahora nosotros, unidos a Cristo, también podemos hacernos Eucaristía. En este momento, cada uno de la familia, dice cuál es la ofrenda que le presenta a Dios. Ejemplos: ayudar en casa, estudiar, rezar alguna oración, llamar a alguien para saludarlo, hacer un pequeño sacrificio, estar al servicio, etc...

8. Oramos como Jesús nos enseñó:
Padre nuestro…

9. Nos damos la Paz del Señor, como gesto de amor.

10. Oramos a nuestra Madre:
Dios te salve María…

11. Comunión espiritual:
Creo, Jesús mío, que estás en el Santísimo Sacramento; te amo sobre todas las cosas y deseo recibirte en mi alma. Ya que ahora no puedo hacerlo sacramentalmente, ven al menos espiritualmente a mi corazón. (breve silencio).
Y ahora, como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno todo a Ti. No permitas, Señor, que jamás me separe de ti.

12. Oremos: Dios nuestro, que en la resurrección de Cristo nos renuevas para la vida eterna, concede a tu pueblo perseverar en la fe y en la esperanza, y nunca dudar del cumplimiento de tus promesas. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén Sagrada Familia de Nazaret: Ruega por nosotros.

13. Los padres se bendicen entre ellos y bendicen a los hijos, haciendo una cruz en la frente. Nos hacemos la Señal de la cruz diciendo: + El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la Vida eterna. Amen.

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