Entrevista Telefónica al
Cardenal Robert Sarah
Publicada en la Brújula Cotidiana
En estos días también en Italia se ha hablado de una
solución ya adoptada por alguien en Alemania, el «embolsamiento» (meter en
bolsitas para autoservicio) del Cuerpo de Cristo: «Para consentir que los
católicos italianos vuelvan a hacerla, pero evitando la contaminación —se lee
en el periódico La Stampa– se está pensando en una comunión «hágalo usted
mismo» con hostias «para llevar», previamente consagradas por el sacerdote,
cerradas individualmente en bolsas de plástico que se colocarían en estantes de
las iglesias».
«No, no, no –respondió
escandalizado el cardenal Sarah por teléfono–. Es absolutamente imposible, Dios
merece respeto, no se le puede meter en una bolsa. No sé quién pensó este
absurdo, pero aunque la privación de la Eucaristía es ciertamente un
sufrimiento, no se puede negociar sobre el modo de distribuir la comunión.
Comulgamos de manera digna, dignos de Dios que viene a nosotros. La Eucaristía
debe ser tratada con fe, no podemos tratarla como un objeto trivial, no estamos
en el supermercado. Es totalmente una locura».
Algo así ya se ha hecho en Alemania...
Desafortunadamente en
Alemania se hacen muchas cosas que ya no tienen nada de católico, pero eso no
significa que debamos imitarlas. Recientemente escuché a un obispo decir que en
el futuro no habrá ya asambleas eucarísticas, solo la liturgia de la Palabra.
Pero esto es protestantismo.
Como de costumbre, las
razones «compasivas» están avanzando: los fieles necesitan la Comunión, de la
que ya han estado privados durante algún tiempo, pero dado que el riesgo de
contagio sigue siendo alto, se debe encontrar un compromiso...
Hay dos cuestiones que
deben aclararse por completo. En primer lugar, la Eucaristía no es un derecho o
un deber: es un regalo que recibimos gratuitamente de Dios y que debemos
recibir con veneración y amor. El Señor es una persona, nadie daría la
bienvenida a la persona que ama en una bolsa o de otra manera indigna. La
respuesta a la privación de la Eucaristía no puede ser profanación. Esto
realmente es una cuestión de fe, si lo creemos no podemos tratarlo
indignamente.
¿Y la segunda?
Nadie puede impedir a
un sacerdote confesar y dar la Comunión, nadie puede evitarlo. El sacramento
debe ser respetado. Entonces, incluso si no es posible asistir a la Misa, los
fieles pueden pedir ser confesados y recibir la Comunión.
Hablando de Misas, también esta prolongación de
celebraciones en streaming o en televisión...
No podemos
acostumbrarnos a esto. Dios está encarnado, él es de carne y hueso, no es una
realidad virtual. También es muy engañoso para los sacerdotes. En la Misa, el
sacerdote tiene que mirar a Dios, en lugar de eso se está acostumbrando a mirar
a la cámara, como si fuera un espectáculo. No podemos continuar así.
Volvamos a la Comunión, en pocas semanas se espera
igualmente que las Misas con la gente sean restauradas. Y aparte de las
soluciones más sacrílegas, también se discute si es más apropiado recibir la
Comunión en la boca o en las manos, y eventualmente cómo recibirla en las
manos. ¿Qué se debería hacer?
Ya existe una regla en
la Iglesia que debe respetarse: los fieles son libres de recibir la Comunión en
la boca o en la mano.
Existe la sensación de que en los últimos años ha habido un
claro ataque a la Eucaristía: primero, la cuestión de los divorciados y vueltos
a casar, bajo la bandera de «Comunión para todos»; después la intercomunión con
protestantes; y luego las propuestas sobre la disponibilidad de la Eucaristía
en la Amazonia y en las regiones con escasez de clérigos, ahora las Misas en
tiempos de coronavirus...
No debería
sorprendernos. El diablo ataca fuertemente la Eucaristía porque es el corazón
de la vida de la Iglesia. Pero creo, como ya he escrito en mis libros, que el
corazón del problema es la crisis de fe de los sacerdotes. Si los sacerdotes
son conscientes de lo que es la Misa y de lo que es la Eucaristía, ciertas
formas de celebrar o ciertas hipótesis sobre la Comunión ni siquiera vendrían a
la mente: Jesús no puede ser tratado así.
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