Jueves de la quinta semana de Pascua
MÁS PRINCIPALMENTE MERECEMOS POR LA CARIDAD
QUE POR LAS OTRAS VIRTUDES
Si alguno me ama, será
amado de mi Padre, y yo le amare, y me manifestaré a él (Jn 14, 21). Es así que
la vida eterna consiste en la visión manifiesta de Dios, según aquello: Ésta es
la vida eterna: Que te conozcan a ti solo Dios verdadero (Jn 17, 3). Luego el
mérito de la vida eterna reside principalmente en la caridad.
1. El acto humano
merece por dos razones: 1º, por razón de la ordenación divina, según la cual se
dice ser el acto meritorio de aquel bien, al cual el hombre es ordenado por
Dios; 2º, por parte del libre albedrío, según el cual el hombre tiene sobre las
demás criaturas la preferencia de obrar por sí mismo y voluntariamente. En ambos
conceptos lo principal del mérito consiste en la caridad; porque debe
considerarse que la vida eterna consiste en el goce de Dios, y el movimiento
del alma humana hacia la fruición del bien divino es el acto propio de la
caridad, por el que todos los actos de las otras virtudes se enderezan a ese
fin, ya que las demás virtudes son regidas por la caridad. Por consiguiente el
mérito de la vida eterna corresponde primariamente a la caridad, y
secundariamente a las demás virtudes, puesto que los actos de éstas son regidos
por la caridad.
Es evidente también
que lo que hacemos por amor, lo hacemos con la mayor voluntariedad, y por lo
tanto .también se atribuye el mérito principalmente a la caridad, por cuanto
para la razón de mérito se requiere que sea voluntaria.
II. No siempre una
obra posee mayor mérito por ser más laboriosa y difícil. De dos maneras una
obra puede ser laboriosa y difícil: 1º, por la grandeza de la obra; y así la
grandeza del trabajo pertenece al aumento del mérito, porque la caridad, aunque
convierte las cosas terribles y violentas en fáciles y casi nulas, no disminuye
el trabajo, antes bien, hace acometer mayores empresas; pues, como dice San
Gregorio *, cuando existe, obra grandes cosas;
2º, por defecto del agente mismo, porque a cada cual es penoso y difícil lo que
no hace con pronta voluntad; y tal trabajo disminuye el mérito y es anulado por
la caridad.
En gran manera son
meritorios los actos de la fe y de la paciencia o fortaleza, como se ve en los
mártires, que pelearon por la fe con paciencia y fortaleza hasta la muerte. Mas
el acto de fe no es meritorio, si la fe no obra por amor, y del mismo modo el
acto de la paciencia y de la fortaleza, si uno no los ejecuta por caridad,
según aquello: Si entregare mi cuerpo para ser quemado, y no tuviere caridad,
nada me aprovecha
(1 Cor 13, 3). (1ª 2ae
, q. CXIV, a. 4)
Nota:
*Homil. 30 in Evangel.
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