Entrevista concedida a
EWTN por
S.E.R.
Mons. Stanislaw Gadecki
Arzobispo
de Poznan
Presidente de la
Conferencia Episcopal de Polonia
Su excelencia, la primera pregunta: Vivimos en un mundo dominado por los
malentendidos. Por lo tanto, es bueno definir lo que nosotros, como católicos,
entendemos por el término «Matrimonio Sacramental».
Se puede ver desde de la
perspectiva de la ley canónica o desde la perspectiva de la enseñanza pastoral.
En el numeral 48 de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Concilio
Vaticano Segundo, el matrimonio católico se describe como «intima communo vitae
et amoris», es decir, una íntima compañía de vida y amor entre dos personas, un
hombre y una mujer, que mutuamente se complementan uno al otro. La
complementariedad define al matrimonio católico. Sin embargo, eso no es todo
porque –al mismo tiempo– superpuesta al matrimonio está la comunión con Cristo,
y es por eso que el matrimonio católico no es simplemente una relación
sociológica y social en la cual el hombre y la mujer se desarrollan. Es en
cambio –al mismo tiempo– una imagen de la relación y comunión que existe entre
Cristo y la Iglesia. Por lo tanto, escuchamos antes del Sínodo –la primera
sesión del Sínodo extraordinario– a un rabino judío que habló sobre el
matrimonio: Tenemos que ser conscientes que hay una diferencia entre el
matrimonio ordinario, natural, y el matrimonio religioso. En el matrimonio
natural, hay dos personas, un hombre y una mujer. En el religioso hay tres,
Dios, un hombre y una mujer. Y esto es aplicable al matrimonio católico, que no
es solo la comunión entre dos seres humanos; sino es elevado por la Gracia, por
Cristo.
En Alemania, la discusión del Sínodo se concentra principalmente en dos
problemas. Un problema es la admisión a la Sagrada Comunión de las
personas casadas que viven en una relación extramarital. El otro es el reconocimiento
de las relaciones homosexuales. Arzobispo, ¿qué opina de esto?
Cuando hablamos de relaciones
homosexuales, nunca debemos llamarles «matrimonios». Se pueden llamar como sea,
pero al entender de la Iglesia, no existe matrimonio entre dos personas del
mismo sexo, sean dos hombres o dos mujeres. Por lo tanto, este tópico no puede
ser tratado en el Sínodo porque el Sínodo trata con familias desde el punto de
vista católico. Actuamos con respeto a la dignidad de todas las personas, que
subsiste en tales relaciones –porque es intrínseca a la persona humana–, pero
no podemos llamar matrimonio a eso. Y un Estado, cuando llama a tales
relaciones «matrimonio», hace un gran daño a la cultura, que ha sido
establecida desde hace 2000 años. Eso es una cosa. Cuando hablamos de permitir
a los divorciados vueltos a casar el acceso a la Sagrada Comunión, hay una
enorme restricción entre los temas del Sínodo, porque el Sínodo no se reunió
para tratar este punto. El Sínodo fue convocado para resolver los problemas pastorales
de las familias y los matrimonios que muestran la vocación del matrimonio y la
familia a la luz de la divina revelación de tal manera que están de acuerdo y
no en contra de la divina revelación. Así, creo que aquéllos que consideran si
los católicos divorciados y vueltos a casar deberían recibir la comunión
deberían «desafortunadamente» escuchar la voz que estaba allí desde el
principio, lo que sugería Jesús en el capítulo 10 del Evangelio según San
Marcos y el 19 del Evangelio según San Mateo, donde dice que no era así en el
principio. Desde una perspectiva exegética, uno puede decir que no es solo
cuestión del «tiempo» –si el tiempo de la creación del mundo o antes de la
creación del mundo no era así. Uno puede entender que «en el principio no era
así» y puede también entender como lo hizo San Agustín «desde el principio»,
que significa «en Jesucristo». Cristo es el Principio, el Verbo y la Sabiduría
de Dios quien creó el mundo. Así, «en el principio», que significa «en Cristo»,
no era así. Cristo se llama a sí mismo «el Principio». Hay otra interpretación
que es interesante, cuyo origen está más allá de la tradición judía. Viene de
la tradición griega. Dice «en arche», lo que significa «de acuerdo con la ley».
«De acuerdo con la ley» no era así. «Bereshit» también se puede traducirse como
«en arche» en griego. «Según la ley, no era así». Para la Iglesia Católica las
palabras de Cristo contra el divorcio y las nuevas relaciones no son solo una
guía hacia la santidad sino también fundamentan el sacramento.
¿Pero qué significa eso? Ahora hay algunos teólogos que dicen que la
situación pastoral debe cambiar, pero que la doctrina no. Si la pastoral
cambia, ¿cambia también la doctrina?
Todo cambia. Si el pensamiento
cambia, entonces la práctica cambia. Por lo tanto, uno no puede cambiar la
doctrina esperando que la práctica siga igual o que no tenga cambios.
Quiero regresar una vez más a la cuestión de las relaciones
homosexuales, que estrictamente no son tema del Sínodo. De cualquier manera,
escuchamos voces en Alemania que dicen que las personas en estas relaciones
están viviendo en «fidelidad y responsabilidad». Los datos sociológicos dicen
otra cosa. Arzobispo, ¿qué opina?
Pongámoslo de esta manera: las
encuestas y la sociología en relación a la teología pueden apoyar, pero no
tienen un papel determinante. Cristo dijo «hombre y mujer fueron creados» y
solo una relación complementaria, en donde ambos se sirven uno al otro, es un
relación que puede llamarse correctamente, según la Biblia, una familia –en principio
un matrimonio, luego una familia. Luego vino todo el poder de la modernidad que
sentimos muy fuertemente en la primera sesión del Sínodo, los obispos africanos
se quejaron de que grandes sumas de ayuda estaban disponibles para establecer
legalmente el llamado «matrimonio homosexual» en esos países africanos. Parece
que sentimos algo parecido cuando la presión viene de organizaciones más
cercanas a nosotros que las que tienen que soportar los países africanos.
¿De qué organizaciones habla?
Creo que por un lado, están esas
organizaciones que dirigen enormes sumas de dinero y que son, al mismo tiempo
influyentes en esta crisis homosexual. Si es en Bruselas, Nueva York o
Washington, queda a criterio de cada quien, pero definitivamente hay un lobby
homosexual que claramente trata no solo de ganar tolerancia hacia sí mismo,
sino también trata de invalidar el sentido clásico del matrimonio que tiene una
gran tradición tras sí.
Y ese llamado «lobby homosexual» ¿también opera en la Iglesia?
No creo que los sacerdotes y
obispos prudentes puedan crear y hacer funcionar tal lobby en la Iglesia y
producir resultados de acuerdo al lobby homosexual mundial. Quizás hay alguien
con tendencias homosexuales que quisiera que su presencia fuera tolerada. La
Iglesia puede acoger y tolerar a todos, pero no puede promover la
homosexualidad activa, algo que está claramente definido en la Biblia. La
Iglesia vive de la Palabra de Dios. No hay posibilidad de permitir tal
condición en la que damos la espalda a la Biblia; si lo hiciéramos, estaríamos
alejándonos de la fuente sin la cual la Iglesia se convierte en desierto.
Unas pocas voces influyentes en Alemania han dicho en otras palabras,
«la Iglesia en Alemania no puede esperar hasta que el Sínodo o alguien más tome
decisiones porque debemos actuar hoy». Mi pregunta es, ¿es posible pensar que
algo pueda ser admitido en la Iglesia Alemana y no sea admitido en, digamos, la
Iglesia Polaca o Africana?
No es posible. Una práctica
canónica es posible; en otras palabras, hay cierta practicidad, ciertas
previsiones que existen en la vida de la Iglesia para cada país, considerando
las circunstancias de cada país donde la Iglesia existe. La organización de la
vida eclesial luce diferente en África que en Groenlandia, o Europa o Sudamérica.
Pero esta organización de vida es una cuestión secundaria. Por el contrario, la
unidad de la doctrina es la primera prioridad, es la primera enseñanza de la
Iglesia Católica. La Iglesia no puede cantar con cien voces diferentes como los
postmodernistas quisieran. Aunque parezca que damos la impresión que esas voces
están dispersas y que dicen algo contradictorio, ese es el efecto de un error,
no una cuestión de principio, sobre el que la doctrina católica y las
enseñanzas del Magisterio están basadas. Si diez o cien diferentes doctrinas
son enseñadas en la Iglesia, ésta debería dividirse en diez o cien diferentes
iglesias, pero la Iglesia es una, católica y apostólica.
Arzobispo, usted es un exégeta. La Sagrada Escritura claramente dice «lo
que Dios ha unido, no lo separe el hombre». Ahora hay diferentes exégetas,
incluyendo italianos, que están tratando de decir que esas palabras sobre la
indisolubilidad son realmente sobre la disolución. ¿Qué piensa de esas teorías,
Arzobispo?
Creo que eso es apelación tremenda
contra las palabras del mismo Cristo. La apelación es comprensible si lo vemos
en el judaísmo y el islam. El judaísmo y el islam, según entiendo, tratan con
un contrato. El matrimonio es un contrato entre dos partes. El contrato puede
disolverse en cualquier momento. Muchas de nuestras mujeres, aquí en Polonia,
cometen un gran error de dejarse llevar por las emociones, lo que es
comprensible, y entran a una unión, digamos con un musulmán, con la creencia de
que están unidos por un sacramento, cuando para los musulmanes solo es un
contrato que puede ser disuelto en cualquier momento sin importar si las partes
están de acuerdo. Me parece que estas nuevas teorías exegéticas que aparecen en
Alemania o Italia, de alguna manera tratan de legalizar el divorcio y decir
que, en esencia, Cristo no dijo lo que dijo. Desde un punto de vista práctico,
resolvemos el problema del dogma de la indisolubilidad del matrimonio. Para mí,
es una expresión de renuncia intelectual.
A las llamadas voces «progresistas» les gusta citar el Concilio Vaticano
II pero se les olvidan las enseñanzas de «la santidad de la familia» de los
papas Juan Pablo II y Benedicto XVI. ¿Qué aspecto valioso de las enseñanzas de
San Juan Pablo no deberían olvidarse?
Creo que todo lo que escribió el
Cardenal Wojtyla, incluyendo «Persona y Acción» ha sido una gran contribución
al pensamiento del matrimonio y la familia. Luego vino Familiaris Consortio y
la «Carta a las Familias». Cada documento es un poderoso paso adelante.
Aquellos que retan estas enseñanzas no tienen la menor idea de lo que están
haciendo. Dicen que están «pasadas de moda» que eso fue hace 20 años y que
tenemos que avanzar. El Evangelio y el Magisterio de la Iglesia están sujetos a
los mismos derechos, que definimos como tradición. En la Iglesia, la tradición
tiene su forma definida. La tradición no es una fuente conservadora. La
tradición es un desarrollo durable con una esencia inmutable. Como dijo Vicente
de Lerins, la tradición es como un niño, se desarrolla cada día. Se vuelve más
inteligente, más grande, más madura y mejor educada. Pero por otro lado, nunca
cambia esencialmente. Nace como humano, crece como humano y muere como humano.
Nunca cambia esencialmente. Cuando vemos la doctrina de la Iglesia vemos que
hay un desarrollo en esa doctrina, pero su desarrollo nunca reta al Evangelio.
No se puede retar la espina dorsal de la Iglesia.
Juan Pablo II no es solo un «santo de la familia» sino un gran misionero
de la «divina misericordia» por su encíclica Dives in Misericordia y la canonización
de Santa Faustina Kowalska. Hoy, la gente quiere hablar de «misericordia», pero
se les olvida la «justicia», el «pecado» y también la «verdad».
Es un gran error hermeneutico.
«Justicia» y «misericordia» están unidas inseparablemente porque muestran,
digamos, dos lados de una situación. La justicia consiste en dar a alguien
lo que le corresponde. Misericordia es darle algo a lo que no tiene derecho en
justicia. En otras palabras, las dos realidades parecen estar en
contradicción una con otra, pero son inseparables de acuerdo a la doctrina
católica. La divina misericordia, que no tiene límites, es inseparable y es
mejor ilustrada en la Parábola del Hijo Pródigo. La parábola del hijo pródigo
muestra la fidelidad de la divina misericordia, que es que Dios no está
condicionado por las acciones del hombre. No se condiciona por la acción de los
pecadores, porque Dios sigue siendo misericordioso al final. En contraste, la
persona humana no experimenta misericordia cuando peca y dice «alábenme». La
misericordia se experimenta cuando se ha llegado al pozo de la desesperación,
se ve claramente que es mejor estar en la casa del Padre y toma camino hacia
Dios.
¿Qué significa la misericordia en relación con la familia?
En ese mismo espíritu, Dios
revela su amor misericordioso con relación a todas las personas, pero
especialmente a los matrimonios y las familias que son una creación especial
del divino amor. Y ciertamente, el amor divino se revela a sí mismo en los
matrimonios y las familias más que fuera de ellas. Al menos, es más fácil de
percibirlo. Sin importar en qué situación se encuentren los matrimonios, sean
normales o no, deben estar conscientes de que la divina misericordia les
acompaña invariablemente todo el tiempo. Sólo así los matrimonios no caerán en
el sentimiento de culpa; sino que se esforzarán para salir del pecado y volver
a la gracia.
Hoy, la comprensión del «sentido de pecado» se está desvaneciendo.
Escuchamos a los que piden una adaptación de la Iglesia al mundo, lo que con
frecuencia nos lleva a olvidar la tercera persona en la relación –Dios– por una
reducción de la teología a la sociología. ¿Tiene esperanza este camino?
No tiene futuro. Algunas veces
usamos la sociología para describir los fenómenos religiosos, pero es una
herramienta frágil e inadecuada. Por el contrario, si uno pierde el sentido del
pecado, prácticamente toda actitud es buena. No hay nada de lo que haya que
convertirse, pero el Evangelio empieza con las palabras «¡Arrepiéntanse y crean
en el Reino de Dios!» Y Jesucristo habla de sí mismo, de Su misión, de por qué
ha venido al mundo de su venida por los pecadores. Si no reconocemos lo
pecaminoso, entonces decimos que la venida de Cristo no tiene sentido, le
quitamos el sentido a todo el trabajo de la Encarnación porque decimos que
Cristo no vino por nosotros; sin embargo, fuera de Cristo no hay salvación ni
redención.
Quiero hacer referencia a los retos contemporáneos que enfrenta la
familia. Uno de esos retos es la así llamada «teoría de género» o «tendencia de
género». Arzobispo, usted ha experimentado personalmente el comunismo. ¿Ve
similitudes entre la emergencia del marxismo cultural de hoy y el comunismo del
pasado, contra el cual lucha la familia y el matrimonio?
Seguro, hay algo en común. Hay
una similitud presente en estas dos tendencias porque tanto el comunismo como
el post-comunismo izquierdista no le da valor a la persona humana. En otras
palabras, no respetan a la persona humana y su valor como la cristiandad lo
hace. Estos movimientos intentan arruinar todas las relaciones interpersonales
El comunismo quiere romper la sociedad por clases y la solidaridad de las
clases y antagonizarlas unas contra otras. Y ahora esto pasa a través de otra
intrusión más sutil –la ideología de género: al cuestionar la existencia correcta
del matrimonio y la familia; la destrucción de la institución del matrimonio;
la familia como «opresiva», que atenta contra el crecimiento de la humanidad y
que su existencia reduce la humanidad. Pienso que hay diferentes instrumentos y
metodologías, pero la meta es la misma: la pulverización de la sociedad de tal
manera que la persona humana se quede sola y pueda manipularse más fácilmente.
Arzobispo, ¿quiere decir que esta teoría sutil es considerablemente más
peligrosa?
Sin duda. La humanidad no se ha
orientado muy rápidamente a las teorías de hoy. Para las primeras teorías
marxistas de cases, la humanidad sabía que había injusticia en las teorías. Y
si uno habla de género hoy, que la humanidad es diferente y que hay diferentes
culturas, empieza a pescar en algo que parece valioso, digamos, tratar a cada
persona individualmente desde un punto de vista subjetivo, que es, por cierto,
el fundamento del individualismo. En otras palabras, cuando la ideología de
género entra en el cuarto, es pura ideología, lo que realmente trata es de
destruir las relaciones maritales y familiares mostrando que quiere crear una
sociedad sin clases.
¿Cómo puede la Iglesia contrarrestar las tendencias de génerio y el
marxismo cultural?
Creo que puede ser
contrarrestado a través de la enseñanza de la verdadera doctrina cristiana: la
que hace a la gente consciente del valor de la persona humana, sobre el
esplendor del matrimonio y la familia, sobre el amor y la responsabilidad, que
está conectado a un todo, todo lo que está en este punto, presente en la
enseñanza de la Iglesia. La respuesta y ayuda que la Iglesia puede mostrar
hacia el matrimonio y la familia, establece que la Iglesia tiene una
antropología que corresponde a la humanidad. Y enseñando y recordando esto, la
Iglesia cumple un gran paso hacia la situación que el Papa Francisco llama un
«hospital de campaña». Toma el papel de un hospital de campaña donde los
heridos son traídos para ser sanados. Este alivio no siempre es exitoso, porque
las personas de hoy pueden estar tan encerradas en su individualismo que no
aceptan otro pensamiento o acercamiento más que sus propias opiniones y
convicciones. Ciertamente hay otras dificultades que necesitan ser tomadas en
cuenta, como una buena preparación para el matrimonio y la familia – que
aquéllos que entran en el matrimonio deben saber que no es una costumbre de
flores, música y fotos, sino están entrando en un sacramento que es indisoluble
e inseparable. Particularmente, parece que una buena preparación para el
matrimonio incluye una exploración de la fe de la pareja, si es que la tienen.
Si no hay fe, la entrada al matrimonio será dolorosa y el sacramento nunca
llegará a su realización total, aunque Cristo les acompañe sin cesar con su
Gracia. Estas son formas posibles de ayudar a los matrimonios y las familias.
Las diferencias entre antes y ahora en las enseñanzas de la Iglesia es que
ahora la preparación se hace de frente a la boda inminente, mientras que hoy la
preparación debe ser para el matrimonio hasta la muerte, para un continuo
acompañamiento hasta la muerte. Y en esta preparación, un cambio particular ha
ocurrido: antes la gente tenía la idea que el sacerdote estaba allí para ayudar
a la pareja a prepararse para la boda y acompañarlos en varias maneras. El
discurso hoy, especialmente en la primera parte del Sínodo, es que tiene que
haber un involucramiento cristiano más fuerte con las familias. Los matrimonios
cristianos en las parroquias deben involucrarse en ayudar a las familias que
sufren y ser un ejemplo de vida y mostrar a otros que es posible vivir en una
relación donde hay fidelidad, donde hay un lazo indisoluble, en donde se puede,
al mismo tiempo, amar, lo cual se expresa hacia adentro y hacia afuera.
Nos enfrentamos a la ideología de género y el marxismo cultural. Otro
reto es la economización de los matrimonios; en otras palabras, cuando hablamos
de socios en un matrimonio, hay una economización de los matrimonios, como hay
una economización externa. ¿Cómo puede ayudar la Iglesia a la luz de este reto?
Creo que el soporte básico se
apoya en llamar la atención al hecho de que la persona humana tiene prioridad
sobre todo, incluyendo la economía, la cultura, la política y todo lo demás. La
persona humana es el punto de referencia para la Iglesia. Si es así, la persona
humana no está al servicio de la economía; en su lugar, la economía está para
servir a la gente. Si toma la situación presente y la mira de cerca, uno nota
que la familia está completamente subordinada a cosas como la economía –cada
miembro bajo la economía. Encontramos ejemplos de esto en las corporaciones,
donde la gente es explotada al máximo porque en esta economía todo gira en
torno a las utilidades masivas. Se puede hablar de retos culturales, pero no
tienen mayor significado. En este caso, todo es sacar la mayor cantidad de
dinero.
El matrimonio ciertamente no es una mercancía…
Y el matrimonio no es una
mercancía. Si ahora subordinamos el matrimonio y la familia a la economía,
hemos arruinado el matrimonio porque mientras pueda llevar utilidades, podrá
ser explotado por la economía. Si esta subordinación no produce utilidades,
abandonaremos lo que queda del matrimonio. Como resultado, la subordinación
termina.
¿Cómo puede la Iglesia hacer a la gente más consciente de este problema?
Principalmente por la enseñanza
social de la Iglesia, opuesta a todo lo demás. La gente necesita darse cuenta
que la persona humana es más valiosa como persona que por sus propiedades. Este
es el pensamiento filosófico enseñado y renovado por el Papa Juan Pablo II, que
habló sobre los matrimonios y las familias. Si solo se les busca por el
desarrollo económico veloz, se hace un gran daño a la familia. Tenemos muchos
ejemplos de eso hoy – gente joven, inteligente y educada, también mujeres, que empiezan
su vida profesional explotados por sus empleadores –corporaciones – hasta el
fin. Me dicen que es un fenómeno común, que la gente trabaja 12 ó 14 horas
diarias, se quedan de noche trabajando en la oficina, y que sus vida de empleo
duran solo unos pocos años. Con buena educación y buen salario, funciona. Pero
después de un tiempo todo va cuesta abajo, que empiezan a tomar drogas para
mantener el ritmo diario. Y después de cierto tiempo, son desechados como
basura. Entonces viene el nuevo y comete los mismos errores y sale de la misma
manera. Si aceptamos ese criterio subordinado a la economía, sin duda
arruinamos el matrimonio y la familia. Ahora dicen que los nuevos estudios
sociológicos han cambiado la situación, que la gente está empezando a decir que
la mujer casada en el trabajo es más valiosa que una mujer soltera. En otras
palabras, son más valiosas que las que eran «solteras» y habían puesto toda su
energía en su carrera. Las mujeres casadas son más responsables, planifican
mejor, y usan mejor su energía, simplemente son más valiosas para sus empresas
que las que no son casadas y no tienen familia. El criterio cambia, la
situación cambia y la Iglesia no se puede andar corriendo tras cada situación
para terminar con las manos vacías.
Otra fuente de retos viene de los medios y sus imágenes de las
relaciones familiares, y el matrimonio en Internet y la televisión. ¿Cómo puede
la Iglesia reaccionar a estos retos?
Sí, es cierto. La imagen del
matrimonio y la familia en los medios es una tragedia. Lo que más se presenta
como «matrimonio» en los medios no tiene nada que ver con la cristiandad. Ese
punto de vista de los actores sobre la vida, más tarde se transfiere y proyecta
a la sociedad. La gente, que quizás es un poco simple, recibe estos programas irresponsablemente,
especialmente por la televisión. Después de un tiempo, empiezan a imitar esos
comportamientos que ven: adulterio, infidelidad, intercambio de parejas, el
empuje hacia el éxito, lujuria, glamour y así sucesivamente. Quiéranlo o no,
los medios destruyen el matrimonio. Por supuesto no se puede decir
universalmente que todos los medios lo hacen, pero sí la mayoría, creo yo. No
es solo un plan de los medios, sino algo que corresponde a la naturaleza de los
medios porque la televisión tiene una perspectiva cerrada de la realidad y sólo
puede mostrar esa perspectiva cerrada –solo lo que cabe a través del lente de
la cámara. De tal modo, me parece, la naturaleza de los medios es por sí mismo
un fraude.
¿Dónde pueden los católicos encontrar buenos ejemplos?
Creo que en este momento nos
convencemos más y más de que sin medios católicos fuertes, la gente se
encontrará en una situación desesperada. Hay toneladas de libros, incluso
libros buenos, que nadie quiere leer – pongámoslo de esta manera – no son
grandes libros académicos para los que se requiere cierta preparación; son
libros populares sobre el matrimonio, la familia y los niños que nadie quiere
leer. Por eso creo que si la gente ha caído en ese estado, debemos al menos
intentar mostrar la realidad en los medios católicos, en la gente sea
estimulado a buscar lo de «arriba» y no sean tirados hacia abajo –como en los
medios- hacia un abismo profundo; sino que se muevan hacia el «espíritu». De
tal manera que no vivan, como San Pablo dijo, esforzándose por el cuerpo, sino
por esforzándose por el «espíritu».
Como consecuencia de los muchos ejemplos negativos hay una falta de
conocimiento, incluso dentro de los laicos de la Iglesia, de lo que es el
matrimonio, lo que es la familia, y lo que está detrás de ella. A pesar de la
catequesis en Alemania y quizás también en Polonia, esta falta de conocimiento
parece ser catastrófica. ¿Qué puede la Iglesia hacer para que los católicos
estén atentos de lo que deben creer?
Sí. Quiero empezar a responder
aquí diciendo que la falta de conocimiento de las enseñanzas del matrimonio no
es mayor que la falta de conocimiento de otros temas. Hoy, podemos decir que es
suficiente ir a la escuela y cuando el año escolar empieza los niños ya
olvidaron lo que aprendieron el año anterior. La escolaridad de los niños es
una cosa terriblemente complicada, muy complicada y muy difícil. Alcanza
algunos, pero a otros no, los deja de lado y eventualmente los olvida y los
desecha. Uno completa su educación superior como un gran experto en un campo
muy específico, pero todo lo demás parece tener poca importancia o esencia en
su trabajo. Algo similar pasa con la enseñanza católica. Uno aprende el
catecismo desde la escuela primaria hasta la media e incluso a la universidad,
en la pastoral universitaria. Y de allí viene el resultado trágicamente común:
alguien oye algo en algún lado pero no sabe de qué se trata. Tenemos que tener
cuidado de las enseñanzas de los sacerdotes que predican, pero en relación con
la televisión eso no es nada –prácticamente un par de minutos comparados con
muchas horas del impacto de la televisión. Pero la situación no es desesperada.
Si la persona se interesa puede ir e investigar por su cuenta. Hoy Internet es,
por un lado, un abismo, y por el otro, una enciclopedia de conocimiento, quizás
no el más alto, pero al menos algo más simple que también puede ser usado por
las enseñanzas católicas. En Polonia, los sitios de la Iglesia y las
organizaciones eclesiales son muy ricos.
¿También sobre el matrimonio?
Sí, toda la enseñanza apostólica
está traducida al polaco y es accesible. También son accesibles los textos de
Pablo VI, Juan Pablo II y los del Papa Benedicto XVI, y su Opera Omnia que ha
sido publicada por la Universidad Católica de Lublin. Así que cualquiera que sienta
el deseo puede ir a la fuente.
¿Debe la Iglesia ofrecer cursos de preparación al matrimonio y necesitan
ser intensificados durante la vida matrimonial?
Sí, este es también un problema
de los cursos de preparación al matrimonio, que no tienen el carácter de una
tarea, sino dan un sólido fundamento para el matrimonio y la familia. También
pensamos de otra manera. Estamos preparándolos, y cierta parte de esto –la
catequesis de adultos- ha sido hecha sabiendo que la catequesis no atrae a
niños y jóvenes porque ha sido arruinada por los padres, más frecuentemente por
su comportamiento o apatía contraria a lo que los niños han aprendido. Le damos
más atención a la catequesis de adultos de varias maneras, siendo la más simple
la catequesis sacramental. Cuando el niño es bautizado, recibe la Comunión o es
confirmado, la catequesis no será sobre el niño sino sobre la situación de los
padres – cómo son y cómo pueden acercarse más a Cristo.
¿En su opinión, Arzobispo, cuando vemos con esperanza el futuro, ¿en qué
áreas debería la Iglesia estar especialmente presente para apoyar a los
matrimonios y las familias? ¿Cuáles son los campos? ¿Los medios? ¿Los cursos
prematrimoniales?
Creo que los medios, la
catequesis, el magisterio ordinario, las publicaciones, todas estos medios –
también lecturas católicas y la prensa católica – son buenas y tienen buen
nivel. Son todos los medios de los que la Iglesia dispone. En relación a los
tiempos antes de la Guerra, son menos en número. Antes, en el tiempo entre las
guerras, la prensa católica era fuerte, muy fuerte, pero comparada con hoy,
podríamos decir que la calidad ha subido.
¿Qué hay de los grupos donde las parejas casadas pueden encontrarse?
Ciertamente hay más grupos de
apoyo familiar… para nosotros la iglesia doméstica está muy desarrollada. En
otras palabras, hay gente que ha pasado por preparación litúrgica-pastoral
dirigida por el movimiento Oasis del Padre Blachnitzki y que se han casado y
han formado grupos eclesiales en casas entre familias. En Alemania, este tipo de
grupos también existe, en que las familias forman círculos, se reúnen, se
apoyan unos a otros y viajan junto con sus hijos. Algo parecido pasa aquí y se
le da especial atención a la inmersión en la doctrina. También hay Equipos de
Nuestra Señora y otros movimientos que apoyan a las familias. Hay cierta
seguridad, especialmente para las parejas jóvenes casadas que necesitan este
apoyo.
Quiero volver a la cuestión de las personas en situaciones irregulares
que vive de acuerdo a la doctrina de la Iglesia. ¿Cómo puede la Iglesia
ocuparse de estas personas que siguen presentes en la Iglesia aunque su
relación con la Iglesia con frecuencia se tambalea?
El Sínodo ha dirigido su
atención principalmente hacia esto: a los que están separados; a los que se
divorciaron pero no han entrado a una nueva relación; a los que se divorciaron
e iniciaron una nueva relación civil. Todas estas situaciones son esencialmente
diferentes y la Iglesia debe tratarlas de manera diferente. Los que viven en
separación son fortalecidos y se les pide recibir la Sagrada Comunión porque,
digámoslo de esa manera, viven en una situación que no se enfrenta a la
relación sacramental en el sentido que no hay disolución de la relación
indisoluble. De manera similar, los divorciados que no inician una nueva
relación también tienen derecho a recibir la Sagrada Comunión. Muchas veces no
lo saben. Los que se han divorciado y empezado una nueva relación deben saber
que, contrario a lo que muchos piensan, la Iglesia no está cerrada para ellos,
aunque no pueden recibir la Sagrada Comunión porque es una expresión de la
total relación con Cristo. Son invitados a escuchar la Palabra de Dios, asistir
a Misa, involucrarse en trabajos de caridad y ayudar a otras familias. Hay
lugares en la Iglesia en las que muchos divorciados que viven en nuevas
relaciones civiles pueden ser valiosos para sí mismos y para otros.
¿Qué tanto pueden involucrarse los divorciados vueltos a casar en la
vida parroquial? Estamos hablando de servicios como lectores o catequistas que
preparan niños a la Primera Comunión. Actualmente, la Iglesia no ve tal
posibilidad.
Ese es un tema difícil, porque
no es solo la cuestión de la imposibilidad de recibir la Sagrada Comunión, sino
también representar a la Iglesia en estos ministerios demandantes. Por ejemplo,
el Ministro Extraordinario de la Comunión no puede ser alguien que está
divorciado y en una nueva relación civil porque sería, de cierta manera, un
anti-testigo, pero puede, digamos, ser muy valioso y realizarse en trabajos de
caridad. Por supuesto, puede enseñar, pero como decimos en Polonia, no puede
ser catequista porque está en contra de lo que debe ser un testigo, un
auténtico testigo. Ciertas funciones, no solo la Sagrada Comunión, necesitan un
testigo legítimo, no pueden ser asumidas por divorciados que viven en una nueva
relación marital.
Quiero dirigir la atención a la cuestión de los niños que con frecuencia
son las primeras víctimas cuando una relación falla, cuando los padres se
separan. ¿Debe la Iglesia aumentar su atención y levantar la voz por estos
niños?
Por supuesto. Porque lo que
prácticamente existe en un divorcio es un tipo de egoísmo de los adultos. Se
miran a sí mismo, a la imposibilidad de dos personas viviendo juntas, y los
intentos que no llevan a nada, pero no se fijan en el niño. De hecho, un gran
éxito del primer Sínodo fue la discusión de las personas homosexuales –que el
problema de los homosexuales adoptando niños en un pequeño ejemplo de los
derechos del niño. No solo los adultos tienen derechos, los niños también los
tienen. Y los niños tienen el derecho de ser criados en una familia
complementaria con una madre y un padre. En resumen: los niños no son juguetes
en las manos de adultos que pueden ser disfrutados una vez y tirados después.
Eso significa que también es responsabilidad de los padres.
Sí, responsabilidad. En el caso
que los padres recurren al divorcio, los niños corren de un padre al otro según
decida el tribunal, no tienen un ejemplo de una buena y sana relación. Es muy
posible que les cueste formar su propia familia porque cada pequeña dificultad
les lleva a abandonar la relación y buscar otra persona para explotar.
Hablando de la iglesia de Polonia, ¿es brillante, clara y fiel a la
enseñanza doctrinal de Juan Pablo II y Benedicto XVI? ¿Conoce el Papa Francisco
exactamente donde se ubica la Iglesia Polaca?
Creo que lo sabe, porque la
participación de la Iglesia Polaca en el primer Sínodo fue muy notoria.
Claramente dijimos que nosotros no nos desviaríamos de la doctrina tradicional
de la Iglesia al igual que la Congregación para la Doctrina de la Fe. Creo que
todos los que lean lo que el Papa Benedicto XVI dijo en la Rota de 2007 a 2013
encuentra una enseñanza que no puede cambiarse. Es realmente una enseñanza
brillante – una verdadera y brillante enseñanza- bajo la cual uno puede
subordinarse y puede aceptar. Uno no puede seguir las tendencias de la nueva
era porque las tendencias serán una cosa hoy y mañana otra. Y la misión de la
Iglesia no es correr tras el mundo sino guiar al mundo y mostrarle el camino
correcto. Hablé por última vez aquí en la Coronación de María. De cierta
manera, la Iglesia toma el papel del sistema de navegación GPS para la persona
humana. Donde quiera que la persona se encuentre, donde quiera que se haya
perdido o haya caído, basta que se conecte a la Iglesia y ella le mostrará el
camino a la meta sin importar en qué lugar del mundo esté o en qué situación
espiritual se encuentre.
¿Significa que no hay compromisos porque no se puede ser infiel a la
doctrina?
No veo la posibilidad de crear
un compromiso entre la verdad y la mentira. ¿Qué compromiso se puede dar entre
Verdad y falsedad?
Una última cuestión respecto al futuro: Arzobispo, ¿Qué espera del
Sínodo?
Creo que por un lado, confirmará
la enseñanza que sabemos que no es invento de ningún papa, sino de la Iglesia.
Que hay un gran flujo de esfuerzos intelectuales de la Iglesia y de la fe de la
Iglesia. Por otro lado, mostrará de qué nuevas maneras podemos realizar la
vocación para el matrimonio y la familia con mayor fidelidad a Cristo y de qué
forma la Iglesia, que es compuesta por muchas personas con varias vocaciones,
puede dar apoyo a través de la comunión. Hoy, la persona humana está más
expuesta a una intensa presión y se encuentra mucho más secularizada que antes.
Con este soporte, la Iglesia ayuda al ser humano a no perderse en el conjunto.
No es solo una cuestión, para ponerlo de esta manera, de si vamos a dar los
pasos correctos en la vida; sino es una cuestión de eternidad.
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