Entrevista concedida Por
el Card. Raymond Burke
Prefecto de la Signatura Apostólica
al periodista católico
Terence P. Jeffrey, de CNSNews
Su Eminencia, Permanecer en La verdad de Cristo incluye un
capítulo inicial analizando la base escriturística del matrimonio, que fue
escrito por el padre Paul Mankowski, S.J. Permítame darle un par de citas
bíblicas tomadas de la Nueva Biblia Americana destacadas por la Conferencia
Episcopal Estadounidense.
Génesis 2, 24 dice: «Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se
une a su mujer y se hacen una sola carne».
Marcos,
capítulo 10 dice: «Los fariseos se acercaron y le preguntaron: ¿le es lícito al
hombre divorciarse de su mujer? Lo estaban probando.
Les respondió: ¿qué os mandó Moisés? Ellos contestaron: Moisés permitió redactar el acta de divorcio y repudiarla.
Les respondió: ¿qué os mandó Moisés? Ellos contestaron: Moisés permitió redactar el acta de divorcio y repudiarla.
Pero Jesús les dijo: Por la dureza de vuestros corazones se os ha dado
este mandamiento, pero desde el principio de la creación «Dios los hizo hombre
y mujer, por esta razón, el hombre debe dejar a su padre y a su madre y se une
a su mujer y así serán una sola carne». Así que lo que Dios ha unido, que el
hombre no lo separe».
En la casa los discípulos de nuevo le preguntaron a cerca de esto. Él les
dijo «quien se divorcie de su mujer y se case con otra, comete adulterio contra
ella; y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio».
Quiero preguntarle, su Eminencia, una pregunta muy básica. ¿Estaba Jesús
en lo correcto a cerca del matrimonio?
Absolutamente. Su misión salvadora para restaurar nuestra comunión con
Dios Padre -esa comunión que ha sido rota por el pecado de Adán y Eva- tiene
como uno de sus aspectos fundamentales la restauración de la verdad del
matrimonio y la fidelidad a esa verdad en la vida del marido y la esposa.
Y así Nuestro Señor, en su enseñanza, hace referencia a la creación
misma, en otras palabras, al orden que Dios ha puesto en el mundo y en el
corazón humano, por el que un hombre y una mujer son atraídos el uno hacia el
otro para formar una unión de por vida, fiel y procreadora, que Nuestro Señor
dejó muy claro que ésta es la verdad a cerca del matrimonio, que no hay otra
verdad a cerca del matrimonio, que ésta es la verdad completa.
Y era tan clara que los discípulos le preguntaban a cerca de ella porque
ellos estaban pasmados. Dijeron: bueno, quizás es mejor no casarse. Y Nuestro
Señor dejó claro que Dios Padre da la gracia a aquellos que están llamados a
casarse para vivir este maravilloso sacramento y vivir el misterio que refleja
de una manera muy particular el amor dentro de la Trinidad, que también es
fiel, duradero y fecundo.
Así que vemos que en la obra Salvífica de nuestro Señor, uno de los más
importantes aspectos fue restaurar el matrimonio a su verdad.
Dado que fue Jesucristo mismo quien nos enseñó lo que es el matrimonio,
¿puede cualquier sacerdote u obispo cambiar lo que Jesús ha declarado a cerca del
matrimonio?
No, absolutamente no. Los sacerdotes y obispos están llamados a ser
fieles a la verdad. Nuestro oficio es enseñar esta verdad y ayudar a los fieles
a vivirla, pero nunca podemos, incluso bajo una supuesta aproximación pastoral,
ya sea alterar o negar la verdad a cerca del matrimonio.
¿Puede el
Papa mismo cambiar la naturaleza del matrimonio, teniendo en cuenta lo que dijo
Cristo?
No, no está en su poder, y está muy claro en la enseñanza de la Iglesia
que si un matrimonio ha sido válidamente celebrado y consumado no puede ser
separado. No puede terminarse por nada excepto por la misma muerte.
¿Y la
institución del matrimonio y la manera en que es reconocida por la Iglesia
puede ser cambiada por cualquier obispo o cualquier papa?
No. No porque la Iglesia en este asunto sigue tanto la ley natural como
la ley divinamente revelada. Como ha señalado, estas palabras de Jesús en el
evangelio de Mateo, y no hay ningún estudiante respetable de Escritura que
cuestione que estas mismas palabras de Nuestro Señor y el texto de la Escritura
dejan claro lo que Nuestro Señor parece estar diciendo, más aún, él lo está
diciendo porque sus propios discípulos reconocen que es algo duro, que es una
llamada a los casados a una manera de vida heroica, pero una vida a la que
están realmente llamados.
Puede ser una verdad inconveniente, pero es la verdad.
Exactamente.
Su Eminencia, en el Catecismo de la Iglesia Católica, como aparece en el
sitio web del Vaticano, hay una sección llamada «Dar testimonio de la verdad».
Y dice esto, dice: «Ante Pilato, Cristo proclama que Él ha venido al mundo a
dar testimonio de la verdad.». El cristiano no tiene que avergonzarse entonces
de dar testimonio de Nuestro Señor. Y sigue diciendo: «El deber de los
cristianos de tomar parte en la vida de la Iglesia los impulsa a actuar como
testigos del Evangelio y seguir las obligaciones que se derivan de ello. Su
testimonio es una transmisión de la fe en palabras y hechos. Testimoniar es un
acto de justicia que establece la verdad o la hace conocida.»
Ahora, el Catecismo sigue diciendo que hemos visto mártires que a lo
largo de la historia de la Iglesia han dado sus vidas porque ellos dieron
testimonio de la verdad, cuando no sólo era inconveniente sino que suponía
riesgo para su vida.
Un ejemplo es San Juan Fisher que fue un obispo inglés del siglo XVI en
tiempos del rey Enrique VIII. A éste, su esposa Catalina de Aragón no le había
dado ningún heredero varón superviviente, así que él quería dejarla de lado,
divorciarse de ella, y casarse con Ana Bolena. La Enciclopedia Católica
describe lo que hizo San Juan Fisher como sigue. Dice: «Cuando la cuestión del
divorcio de Enrique de la Reina Catalina llego a Fisher, se convirtió en el
principal apoyo de la reina y su más fiel consejero. Aparecía al lado de la
Reina en la corte, donde sorprendía a sus pares por lo directo de su lenguaje y
sobre todo por declarar que, como San Juan Bautista, estaba listo para morir
por la indisolubilidad del matrimonio. Enrique VIII se separó de la Iglesia
Católica y se declaró la suprema autoridad sobre la Iglesia de Inglaterra, lo
que San Juan Fisher se negó a reconocer, por lo que fue martirizado por Enrique
VIII. ¿hizo lo correcto el cardenal Fisher diciendo que entregaría su vida en
defensa de la indisolubilidad del matrimonio?
Absolutamente. Ningún sacerdote ni obispo ni ningún pontífice romano
podría hacer menos. En otras palabras, entregar la indisolubilidad del
matrimonio, como el Rey Enrique VIII pedía, habría sido entregar su fe católica
y él no podía hacerlo y Nuestro Señor le dio la gracia de ser un mártir. Él
incluso hizo referencia a San Juan Bautista, que durante el propio ministerio
de Jesús dio testimonio heroico de la indisolubilidad del matrimonio, dejando
claro a Herodes que él estaba viviendo en pecado público y grave, viviendo en
matrimonio con la esposa de su propio hermano, que obviamente estaba ligada en
matrimonio a su hermano.
¿Debería el cardenal Fisher ser un modelo para los sacerdotes y laicos
católicos de hoy?
Bueno, ciertamente lo es para mí. Desde el momento en que me convertí en
obispo, he estudiado especialmente su vida. Pero él es un modelo para todos los
sacerdotes y obispos y para los laicos. Por supuesto, como sabe, Santo Tomás
Moro, un laico, un hombre casado, se unió a él en el martirio, porque también
se negó a apoyar a Enrique VIII en su pretensión de ser la suprema cabeza de la
Iglesia, para darse a sí mismo la licencia de «casarse» con alguien cuando ya
estaba casado con Catalina de Aragón.
Ya sabrá, Su Eminencia, hace unos cincuenta años Hollywood hizo una
película sobre Santo Tomás Moro, Un hombre para la eternidad, que
mostraba lo que le sucedió a Santo Tomás Moro y lo promovía como un gran héroe
cultural. Pienso que en aquellos días -estamos hablando de los sesenta en
Estados Unidos- la idea de que una persona podría tener que sacrificar su vida
en la civilización occidental porque se mantiene en contra de la autoridad del
Estado defendiendo la institución del matrimonio y la autoridad moral de la
Iglesia parecía chocante. ¿parece chocante ahora?
No, no lo parece. Y muestra cómo de lejos, en un período corto de
tiempo, hemos descendido y nos hemos alejado de la verdad de nuestra fe y la
verdad de la ley moral en general. Pero el hecho de que esta clase de preguntas
sean realmente discutidas en la Iglesia debería chocarnos a todos y
despertarnos a la necesidad de dar un testimonio heroico de la verdad de la
indisolubilidad del matrimonio frente a ataques desde dentro de la Iglesia.
Desde dentro de la propia Iglesia. Como sabe, muchos de los obispos de
Inglaterra no se mantuvieron con San Juan Fisher, se fueron con el rey.
No, la mayoría no lo hizo. De hecho, Fisher fue el único obispo. Ahora
bien, después hubo muchos que dieron testimonio heroico y laicos y fieles. Pero
en ese momento Fisher estuvo más bien solo.
¿Piensa que hay amenaza o riesgo de que en un futuro cercano la Iglesia
Católica pueda enfrentarse a esta situación incluso en países occidentales,
donde algunos líderes de la Iglesia, algunos obispos, decidan alinearse con el César
más que con Dios?¿Tomar partido en contra de la verdad de la Iglesia?¿Hay
riesgo de eso?
Pienso que hay desafío real hoy y quizás no viniendo tanto del Estado
como de la cultura en general, la aceptación general, la amplia aceptación del
divorcio y del volverse a casar, y la Iglesia Católica que es prácticamente la
única institución que mantiene la verdad del matrimonio, la indisolubilidad del
matrimonio, ahora se le pide un compromiso en esa materia.
Así, tenemos que reconocer que si no estamos en lo correcto a cerca del
matrimonio -en otras palabras, si no somos fieles a la palabra de Cristo, a la
verdad que Cristo nos anunció a cerca del matrimonio- en la Iglesia, no sé cómo
la gente podría confiar en nosotros a cerca de la enseñanza de la fe de
cualquier otra manera.
Quiero decir, estamos hablando del mismo fundamento de la vida de la
Iglesia, la primera célula de nuestra vida, en la unión marital y la formación
de la familia y si no defendemos la santidad del vínculo matrimonial, estamos
realmente no sólo abandonando la fe católica, sino realmente abandonando la fe
cristiana, en el sentido de que estamos abandonando la misma ley natural.
Su Eminencia, déjeme preguntarle en relación a otro aspecto del catecismo
que llama al respeto de las almas de los otros y habla del pecado de escándalo.
Dice: «El escándalo es la actitud o el comportamiento que induce a otro a
hacer el mal. El que escandaliza se convierte en tentador de su prójimo. Atenta
contra la virtud y el derecho; puede ocasionar a su hermano la muerte
espiritual. El escándalo constituye una falta grave si, por acción u omisión,
arrastra deliberadamente a otro a una falta grave.»
«El escándalo adquiere una gravedad particular según la autoridad de
quienes lo causan o la debilidad de quienes lo padecen. Inspiró a nuestro Señor
esta maldición: «Al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí,
más le vale que le cuelguen al cuello una de esas piedras de molino que mueven
los asnos y le hundan en lo profundo del mar» (Mt 18, 6; cf 1
Co 8, 10-13). El escándalo es grave cuando es causado por quienes, por
naturaleza o por función, están obligados a enseñar y educar a otros. Jesús, en
efecto, lo reprocha a los escribas y fariseos: los compara a lobos disfrazados
de corderos».
«El que usa los poderes de que dispone en condiciones que arrastren a
hacer el mal se hace culpable de escándalo y responsable del mal que directa o
indirectamente ha favorecido».
¿Piensa que algunos de los obispos que han participado en el sínodo y
estaban empujando a la Iglesia Católica contra la enseñanza de Cristo sobre el
matrimonio están en riesgo de cometer escándalo?
Bueno, ciertamente sucedió con la publicación de la relatio intermedia
del sínodo. Se causó escándalo en la Iglesia. Los medios de comunicación
seculares, no sin razón, se refirieron a ello como un terremoto en la Iglesia.
Mientras algunos obispos y otros lo excusaban diciendo que no era una posición
doctrinal, sino un simple informe que estaba siendo discutido en el sínodo, el
mismo hecho de que estos asuntos estaban siendo discutidos y cuestionados por
los presidentes de las conferencias episcopales, por los jefes de los
dicasterios de la curia romana y por otros designados especialmente por el
Santo Padre para el sínodo, causó una tremenda confusión y podría incluso
inducir a los fieles al error respecto a la enseñanza a cerca del matrimonio y
otras enseñanzas.
Y así, para mí, fue una seria responsabilidad intentar corregir tan
rápida como efectivamente fuese posible el escándalo causado por la relatio
intermedia.
Recuerdo un obispo en nuestro pequeño grupo, nos encontramos justo
después de la lectura de la relatio intermedia y dijo: «¿cómo voy a casa, a mi
pueblo, llevando este mensaje para ellos?».
Su Eminencia, déjeme ser específico en esta parte. En la relatio
intermedia – el texto inicial que fue publicado- había una sección llamada
«aspectos positivos de las uniones civiles y la cohabitación». Dice: «una nueva
sensibilidad en la pastoral de hoy consiste en darse cuenta de la realidad
positiva de los matrimonios civiles y habiendo mostrado nuestras diferencias,
de la cohabitación. Es necesario que la propuesta de la Iglesia, mientras se
presenta claramente el ideal, también indiquemos los elementos constructivos en
aquellas situaciones que aún no se corresponden al ideal.»
¿Es esta posición específica escandalosa?
¿Es esta posición específica escandalosa?
Creo que lo fue porque ¿cómo se puede decir que hay elementos positivos
en un acto que es gravemente pecaminoso, comprometerse en el acto matrimonial
cuando no estás casado?
No puede haber ningún elemento positivo en esto. Está contra la ley
divina, natural y revelada. Simplemente nuestra única respuesta -mientras
amamos al pecador, como siempre se dice, amar al pecador y odiar el pecado-
pero necesitamos orientar a la persona para dejar el pecado y a convertirse.
Pero decirle que hay elementos positivos en la manera en que está viviendo es
simplemente una contradicción. No tiene ningún sentido. O es gravemente
pecaminoso o no lo es. Quiero decir, está el principio de no contradicción. El
lógica fundamental.
Su Eminencia, dentro del sínodo, cuando los obispos y cardenales estaban
discutiendo lo que habría que decir y cómo la Iglesia debe enfocar estas cosas,
¿había realmente cardenales y obispos argumentando que la Iglesia deba decir
que la cohabitación tiene aspectos positivos? ¿Había, de hecho, gente diciendo
en que es la manera en que la Iglesia debe actuar?
Bueno, el hecho de que fuera incluida en la relatio intermedia significa
que había al menos una persona, aquella que escribió el texto sosteniendo esta
posición y la persona que lo escribió debe haber pensado que estaba expresando
el pensamiento de otros cardenales y obispos. Por mi parte, ni siquiera quiero
pensar que hubiese un número significativo de cardenales y obispos que
realmente suscribían este pensamiento.
Su Eminencia, mi sensación, y puede corregirme si me equivoco, de leer
posicionamientos de la Iglesia, desde encíclicas a cualquier otro tipo de
documento formal, cartas pastorales, que han sido publicadas por papas
anteriores y por la Iglesia, es que han sido extremadamente cuidadosos con
documentos bien preparados que superan el test del tiempo y más importante,
están claramente fundamentadas en la Escritura y en las enseñanzas inalterables
de la Iglesia. ¿Estoy en lo correcto a cerca de esto?
Sí, absolutamente. De hecho, cuando una objeción fue hecha a la
publicación de la relatio intermedia después de que fuese escuchada, la
respuesta fue: bueno, siempre hemos publicado la relatio intermedia. Y mi
respuesta a ello fue: sí, he tomado parte creo que en cuatro o cinco sínodos de
obispos y éstas relatios intermedias estaban siempre cuidadosamente
fundamentadas en las Sagradas Escrituras y en la enseñanza constante de la
Iglesia y así, estaba agradecido de que fuesen publicadas para dar una correcta
expresión de lo que el sínodo estaba intentando. Pero vi este documento como
-no estaba fundamentado en las Sagradas Escrituras y ciertamente tampoco en la
enseñanza constante de la Iglesia. Y en los círculos menores hubo un gran
esfuerzo en tratar de traer el magisterio -por ejemplo la exhortación de San
Juan Pablo II Familiaris Consortio- para introducir esto en el
texto y corregirlo.
¿Cómo fue que se paró? ¿Cómo fue posible para un documento como este que
tan claramente parece que contradice o pone en cuestión enseñanzas inalterables
de la Iglesia Católica , qué pasó para que fuera elaborado e incluso publicado
por el Vaticano?
No sé cómo explicárselo. Estoy siendo muy sincero. Me causó un estado de
shock, para ser honesto con usted. Y el relator general, que es un cardenal al
que conozco por más de treinta años, en una conferencia de prensa -no estoy
revelando nada que sea confidencial- en una conferencia de prensa, cuando fue
preguntado, por ejemplo, qué pasaba con estas declaraciones, se volvió hacia
uno de los otros obispos presentes allí y dijo explica tú esto, tú lo
has escrito. En otras palabras, no era su texto.
A pesar de que él era técnicamente responsable de ello, aquellas no eran sus
palabras o punto de vista.
Es una situación muy grave. Quiero decir, todo esto, esto es para mí, es
ahora mismo profundamente preocupante. Y yo no sabría. No puedo explicárselo.
Lo siento, pero no puedo.
Entiendo, Su Eminencia. ¿Pero su percepción a la hora de hablar con sus
hermanos obispos y cardenales sobre lo que pasó allí, es su percepción de que
la vasta mayoría de ellos comparte su preocupación, entendiendo por qué el
documento era problemático y la manera en que fue producido era problemática?
No puedo decir la vasta mayoría porque no hablé con la vasta mayoría. Le
puedo decir que un número... cardenales muy formales y obispos con los que he
hablado, ciertamente comparten mi visión de la situación y están muy muy
profundamente alterados por todo ello. La votación de algunos de los párrafos
que al final se mantuvieron en la relatio final indica que había un número
significativo de cardenales y obispos que seguían muy preocupados acerca de
estos textos, los textos sobre dar la Sagrada Comunión a aquellos que están en
uniones irregulares y darles acceso a la penitencia y a la Sagrada Eucaristía y
también los textos que eran confusos a cerca de la cohabitación y la condición
homosexual, indican que había un buen número de obispos que encontraban esto inaceptable.
Y no podemos decir más porque no sabes qué hay en la cabeza de todos los demás
obispos que quizá no votaron en contra de ciertos párrafos, pero no sabes
exactamente qué pueden haber estado pensando a cerca de ello.
Su Eminencia, en el catecismo, el cual- (el cardenal le
interrumpe)
En cualquier caso, lo que quiero decir, si puedo, es que esto no es,
éstas no son preguntas que estén sometidas a un voto democrático, ni incluso de
obispos. Quiero decir, ésta es la enseñanza constante de la Iglesia y el único
rol de los obispos en el Sínodo es mostrar y presentar esto al mundo. Sólo
quería dejarlo claro.
Correcto. Los obispos y cardenales católicos no pueden. Si el noventa y
nueve coma nueve por ciento de ellos votaran y negaran lo que Cristo dijo a cerca
del matrimonio, estarían equivocados y no podrían cambiar lo que Él dijo.
Es correcto. Se tuvo la situación en Inglaterra en el tiempo de Enrique
VIII, donde tuvimos un mártir, el obispo cardenal Juan Fisher, y la gran
mayoría de los otros obispos mantenían la posición opuesta. Pero él permaneció
con la verdad, y ellos traicionaron su oficio episcopal.
Pero es extraordinariamente confuso para los católicos y quizás
particularmente para los jóvenes católicos que están formándose en la fe,
escuchar a un príncipe de la Iglesia cuestionar la enseñanza de la Iglesia
sobre el matrimonio o el comportamiento homosexual.
Absolutamente. Lo entiendo, lo que yo digo a la gente que atrae mi
atención hacia esto o expresa su tremendo dolor y confusión, yo le refiero a la
constante enseñanza de la Iglesia, al catecismo, a la Familiaris
Consortio, y les digo que esto permanece y no puede cambiar y por lo
tanto, a pesar de que esto es un comportamiento sin excusas, puede pasar y
nosotros simplemente tenemos que mantenernos en la verdad en nuestras propias
vidas y dar testimonio de esto al mundo.
Su Eminencia, el catecismo también dice que bajo «ninguna circunstancia»
pueden los actos homosexuales ser aprobados. Y sigue diciendo que «el número de
hombres y mujeres que tienen profundas tendencias homosexuales no es
insignificante. Esta inclinación, que es objetivamente desordenada constituye
para la mayoría de ellos una prueba» y continúa diciendo que la gente que tiene
esta orientación está llamada a una vida casta.
Ahora, ¿puede cualquier sacerdote, obispo o papa cambiar lo que el
catecismo dice sobre los actos homosexuales, esto es, que no puedes aprobarlos,
y que la orientación es objetivamente desordenada?¿puede cambiarse?
No, no es posible. Es parte de la ley moral natural y es también
obviamente, parte del magisterio de la Iglesia. No, esto no puede ser cambiado.
¿El papa mismo no puede cambiar esta enseñanza?
No. no, no.
Su Eminencia, en la relatio intermedia también se dijo: «los homosexuales
tienen dones y cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana: ¿somos capaces
de dar la bienvenida a estas personas, garantizándoles un espacio fraternal en
nuestras comunidades? A menudo desean encontrar una Iglesia que les ofrezca un
hogar donde se sientan bienvenidos. ¿Son nuestras comunidades capaces de
proporcionarlo, y de aceptar y valorar su orientación sexual, sin comprometer
la doctrina católica a cerca de la familia y del matrimonio?... Sin negar los
problemas morales conectados con estas uniones homosexuales, se debe hacer
notar que hay casos en los que hay ayuda mutua hasta el punto del sacrificio,
constituyendo un aporte precioso a la vida de los compañeros. Más aún, la
Iglesia tiene especial atención a los niños que viven con parejas del mismo
sexo, subrayando que las necesidades y derechos de los pequeños deben siempre
ser prioritarias».
¿Puede la Iglesia católica enseñar que la gente estimar «valores»
inestimables en la orientación homosexual?
No. No es posible porque nosotros apreciamos, valoramos, aquello que es
bueno y las relaciones homosexuales no son buenas. No son buenas para nadie. En
mi propia experiencia pastoral, trabajando con gente que sufre atracción al
mismo sexo, es exactamente lo que el catecismo dice: es una prueba para ellos.
Y necesitan la ayuda de un buen sacerdote. Necesitan la ayuda, la mayoría de
ellos de la oración y del acceso frecuente al sacramento de la penitencia para
superar estas atracciones que son desordenadas.
¿Piensa que la llamada del catecismo para los cristianos a dar testimonio
de la verdad tiene aplicación en cómo los católicos y el clero debería tratar
con personas que tienen orientación homosexual?
Absolutamente. Y el catecismo es muy claro a cerca de esto. El problema
con ese texto que has leído es que es todo confusión. Por supuesto, tenemos que
amar a la gente, a los individuos que sufren de esta manera, y tenemos que
estar cerca de ellos e intentar de cualquier manera ayudarlos, pero lo que
necesitan sobretodo de nosotros, es que les digamos la verdad. Y darles la
impresión de que pensamos que está bien que ellos puedan estar siguiendo esas
atracciones es gravemente erróneo. Y así, tenemos que dar testimonio de amor y
respeto a ellos como hijos de Dios, pero al mismo tiempo hacerles ver muy claro
que seguir esta atracción que ellos experimentan es pecado mortal, es
gravemente erróneo. No es por su bien ni por el bien de nadie más que esté
envuelto.
¿Y la gente que cohabita fuera del matrimonio y sigue ese estilo de vida,
o que siguen un estilo de vida homosexual, deberían recibir, deberían ir a la
comunión?
La única manera de que se pueda
recibir el sacramento de la penitencia es confesando tus pecados y teniendo un
propósito firme de enmienda. Y si se confiesa el pecado de tener relaciones
sexuales fuera del matrimonio o confiesas el pecado de tomar parte en actos
homosexuales y no tienes el propósito firme de cambiar tu vida para evitar
estos actos en el futuro, no puedes recibir la absolución. Y de la misma
manera, no estarás dispuesto a recibir a Nuestro Señor en la Sagrada Comunión
porque tu vida está en contradicción con la verdad que él nos enseña.
Por la misma idea, si alguien es un ladrón habitual y estuviera
cotidianamente robando la propiedad privada de alguien, ¿necesitaría no sólo
arrepentirse de hacerlo sino también dejar de hacer lo que está haciendo?
Oh, absolutamente. Por ejemplo, si alguien viene y te dice que está habitualmente
robando a la gente, el sacerdote inmediatamente pregunta, lo primero de todo,
si están dispuestos a hacer restitución de las cosas que han robado y también
si están firmemente resuelto a no volver a hacerlo. Si dicen que no, no
continúo, no pueden recibir la absolución.
¿Y Dios puede también perdonar a un asesino?
¿Perdón?
¿Dios podría también perdonar a un asesino?
Sí. Dios perdonará a alguien que cometa este terrible acto pero sólo si
la personal está realmente arrepentida, por supuesto.
¿Y un aborto?, ¿Podría Dios perdonar un aborto o a un abortista?
Sí, si la persona reconoce la gravedad de su pecado, está arrepentida y
promete no volver a cometer este pecado otra vez.
Y si un
político defiende quitar legalmente una vida humana inocente en un aborto y la
financiación de esto y que continúe esto, ¿Es esto un grave pecado desde el
punto de vista de la Iglesia Católica?
Oh, por supuesto. No sólo es grave en sí mismo defender actos contra de
la ley moral, sino también hacerlo de una manera pública y como líder, un líder
político, incrementa la gravedad el pecado.
¿Cuándo un político católico hace esto es escandaloso?
Sí, por supuesto.
Pero si un político católico se arrepiente, se enmienda de la defensa del
aborto, vuelve atrás y defiende la vida, ¿Entonces puede ser perdonado y
recibir la comunión?
Por supuesto, por supuesto.
Su Eminencia, los diez mandamientos dicen honrarás a tu padre y a
tu madre, lo que sugiere que los niños tienen el derecho de tener un padre
y una madre. ¿Los niños tienen un derecho dado por Dios de tener un padre
y una madre?
Absolutamente. Y esta es una de las más fundamentales verdades sobre la
vida humana y su inicio en la familia, que cada niño tiene el derecho a tener
un padre y una madre. Esto fue bellamente testificado en las manifestaciones de
París y Francia en general, cuando el Estado trató de imponer la legalidad de
las uniones del mismo sexo y que pudieran adoptar niños. En las manifestaciones
el logo era una madre y un padre con sus dos hijos y básicamente el mensaje era
que cada niño tiene el derecho a un padre y una madre e incluso las personas
más secularizadas parecen captarlo, entender el mensaje.
¿Así que, si el gobierno toma a un bebé y legalmente le da la custodia a
una pareja del mismo sexo, entonces, negándole al bebé una madre y un padre,
está el gobierno negándole a este niño el derecho que Dios le dio?
Sí, absolutamente. Y está demostrado la profunda violencia psicológica
hecha al desarrollo del niño cuando crece en esta situación que no es natural.
Su Eminencia, ¿puede la Iglesia Católica alguna vez decir que hay algo
positivo en sacar a un niño de una situación con un padre y una madre y ponerlo
en una situación familiar del mismo sexo?
No, no, no es posible.
¿El Papa no puede decir esto? ¿El Papa no puede decir que en nombre de la
Iglesia Católica esto es bueno?
No, no. No, no. No es posible.
De acuerdo. Ahora, en 1986, el Cardenal Ratzinger, que era el Prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la fe, y que por supuesto, después llegó a
a ser Benedicto XVI, escribió una carta pastoral sobre la atención a las
personas homosexuales que fue aprobada por el papa Juan Pablo II y la carta
decía: «Al hacer las anteriores consideraciones, esta Congregación quiere pedir
a los Obispos que estén particularmente vigilantes en relación con aquellos
programas que de hecho intentan ejercer una presión sobre la Iglesia para que
cambie su doctrina, aunque a veces se niegue de palabra que sea así. Un estudio
atento de las declaraciones públicas y de las actividades que promueven esos
programas revela una calculada ambigüedad, a través de la cual buscan confundir
a los pastores y a los fieles». Sigue diciendo: «Algunos grupos suelen incluso
calificar como « católicas » a sus organizaciones o a las personas a quienes
intentan dirigirse, pero en realidad no defienden ni promueven la enseñanza del
Magisterio, por el contrario, a veces lo atacan abiertamente».
¿Usted ve este mismo fenómeno sobre el que el cardenal Ratzinger advirtió en su carta pastoral de 1986 sucediendo hoy, quizás, incluso en el mismo al sínodo?
¿Usted ve este mismo fenómeno sobre el que el cardenal Ratzinger advirtió en su carta pastoral de 1986 sucediendo hoy, quizás, incluso en el mismo al sínodo?
Ciertamente lo he visto en los así llamados movimientos católicos
-falsos católicos- , los cuales, de hecho promueven un modo de vida en
contradicción con la enseñanza de la Iglesia y lo he visto también en parte del
muy confuso lenguaje de, por ejemplo, la relatio intermedia, y diría que es
precisamente culpable de la misma falta que el documento sobre el cuidado a las
personas sufriendo una condición homosexual indicaba en 1986.
Resumiendo, ¿Cree que los obispos y el Papa tienen el deber de evitar
confundir a los católicos a cerca de las enseñanzas inalterables de la Iglesia
sobre matrimonio y homosexualidad?
Oh, absolutamente. Incluso como tienen la responsabilidad de evitar
confundir a los fieles en cualquier cosa, especialmente sobre tan serios temas,
y el deber, también, es incluso más serio en una cultura como la nuestra, en la
cual, hay una confusión sin límites en estos asuntos. Contribuir de cualquier
manera a la confusión en esto, es muy irresponsable y es una traición del
oficio pastoral.
Su Eminencia, dada la confusión que tan obviamente se ha mostrado como
consecuencia de este sínodo ¿qué cree que el papa Francisco debería hacer
ahora? ¿Qué debería hacer personalmente sobre esto?
Bueno, yo no voy a darle instrucciones al Papa. Pero lo que la
Iglesia necesita, eso puedo decirlo. Lo que la Iglesia necesita
desesperadamente ahora es una exposición muy clara de su enseñanza respecto al
matrimonio, al divorcio, con respecto a la grave inmoralidad de la unión sexual
fuera del matrimonio, la grave inmoralidad en cualquier clase de tentativa de
unión sexual entre personas del mismo sexo. Y ella (la Iglesia) no tiene que
trabajar duro porque toda la enseñanza está ahí. Usted la ha citado en
abundancia para esta entrevista. Hay también muchos otros textos. Y la Iglesia
debe ahora en esta época sostener la belleza, el esplendor, de su enseñanza no
sólo para que sus propios miembros no queden confundidos acerca de la verdad
sino también por el mundo y la llamada de la Iglesia a servir al mundo
proclamando la verdad y dando testimonio de ella.
Y en consecuencia, estoy rezando muy fervientemente para que el próximo
año esta confusión cese y en vez de ello comience a darse un fuerte énfasis en
la belleza de la verdad de la enseñanza de la Iglesia acerca del matrimonio, la
vida humana y la sexualidad humana.
Cardenal Raymond Burke, muchas gracias.
De nada.
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