lunes, 18 de agosto de 2014

En un exorcismo el diablo me dijo con rabia: ¡No soporto que se amen! (los esposos)

Reportaje que Roberto Zanini  realizado a Don Sante Babolin, exorsista de Padua, publicado en Avvenire

«No he dudado nunca de la existencia del diablo y de su influencia en el hombre; pero desde que soy exorcista he entendido qué significa verdaderamente. El Maligno es capaz de destruir culturas, de destruir pueblos. Tiene envidia del hombre, del que envidia sobre todo su capacidad de amar. A causa de esta envidia, mucha gente sufre. He enseñado Filosofía en la Gregoriana durante más de treinta años. Cuando volví a Padua, mi diócesis, el obispo Antonio Mattiazzo me confió este ministerio. En siete años he seguido a más de 1300 personas con trastornos del alma más o menos graves. Son hombres y mujeres sólo de la diócesis porque he decidido, de acuerdo con mis superiores, no acoger peticiones que vengan de fuera de la diócesis. En parte porque no podría y, en parte, porque es importante que los obispos comprendan la urgencia del problema y no descuiden el nombramiento de exorcistas».

Emergencia pastoral
Lo que describe don Sante Babolin, ordinario emérito de Filosofía con decenas de publicaciones, es una verdadera emergencia pastoral. Así la define él mismo. Su último libro, que nace de su experiencia como exorcista en Padua (L’esorcismo. Ministero della consolazione, Exorcismo, Ministerio de la consolación – ndt-), se presenta como una manual de extraordinaria eficacia, capaz de dar una lectura del problema en cada uno de sus aspectos: atento a las urgencias espirituales, sin mistificar la realidad y sin caer en el sensacionalismo.

- En el prólogo usted subraya, con el filósofo Maurice Blondel, que "la verdadera filosofía es la santidad de la razón".
- Es el argumento decisivo. Cuando era profesor (durante 40 años: 7 en el seminario de Padua y 33 en la Gregoriana), mi objetivo era unir la cátedra (la razón) con el altar (la oración), sin superponerlas, y he considerado la enseñanza como un ministerio. Ahora que estoy siempre anclado al altar sé que tengo que seguir usando la razón, el único instrumento que el hombre posee para ejercitar su obligado discernimiento.

- ¿Y la santidad?
- Está en el amor a la verdad y el apego a Cristo, único exorcista; por esto, el único exorcismo es la Cruz, que ha vencido definitivamente al Maligno. Cristo es el nuevo Adán, arquetipo de la humanidad nueva, junto a su Madre, la Beata Virgen María, nueva Eva, en una relación de amor auténtico.

- El amor buscado y vivido a través de la razón, es decir, en total contraste con la cultura de hoy, que se inclina al dominio de los sentidos.
- La cultura hodierna corre seriamente el peligro de permanecer siempre en la superficie. Se aprecian las sensaciones, se coleccionan bellas experiencias… Pero no se razona. El tiempo dedicado al discernimiento es mínimo. Y esto es un problema.

- ¿Un problema? Pero si la gente elogia la espontaneidad, las cosas hechas siguiendo...
- Y no se da cuenta que de esta manera la libertad desparece, mientras la raíz de la libertad está en la razón. La libertad es la razón de la razón, porque está en la elección, como sostiene Blondel en su obra principal, L’Action (La acción, -ndt-), influenciada por el De Consideratione de San Bernardo, que ve en la libertad del hombre la imagen de Dios. Por tanto, disminuir la razón quiere decir disminuir la libertad, significa ser irresponsables de la realidad en la que vivimos, en aras de lo inmediato, del "me apetece…".

- Es la ideología de la publicidad, de los medios de comunicación, de las redes sociales.
- Y de los jóvenes, pero cada vez más también de los adultos, que dicen: "Si me apetece lo hago". Pero la ley, la libre convivencia civil no se funda sobre el "me apetece". Si hay un compromiso no tengo que esperar a que “me apetezca”. Va en ello mi dignidad de ser humano. Todo está vinculado: razón, libertad, dignidad.

- ¿Dignidad?
- Exacto: dignidad. Porque la dignidad está vinculada a la libertad. Mi dignidad de ser humano se ejercita en el uso de la razón, del discernimiento, en la conciencia de saber lo que soy: una síntesis perfecta de materia y espíritu. La santidad equivale a la firma de suscripción: me reconozco en ese ser sagrado que soy.

- Pero hemos dicho que la vida de todos los días va a menudo por otros caminos.
- Es típico del diablo alejarnos de la plenitud de nuestra identidad de seres humanos. Su arma más sutil es la confusión, por lo que ya no se sabe dónde está la derecha y dónde la izquierda, como la gente de Nínive, a la cual es enviado Jonás. He aprendido que cuando hay confusión el Maligno está siempre actuando. La otra arma es la seducción, la atracción por lo inmediato, por lo que se encuentra fácilmente, por el “todo ya, ahora” y sin esfuerzo. Pero no podemos ser libres si estamos dominados por los sentidos y el instinto.

- Hay quien exalta el instinto como lo que nos une a la naturalidad.
- El instinto es lo que tenemos en común con los animales. Pero el ser humano está llamado a gestionar las cosas según la razón. No es esclavo del instinto. Es libre de dar cada día una respuesta al amor de Dios que se derrama sobre él... La verdadera libertad se actúa amando. Somos libres para amar, no somos libres para ser libres.

- Como usted explica en su libro, ¿cada vez que amamos el diablo es derrotado?
- Al Maligno le molesta el amor humano. En un exorcismo el diablo me dijo con rabia: "¡No soporto que se amen!". Se refería a una pareja casada. Esto me hizo reflexionar mucho sobre el papel fundamental del matrimonio. Las armas que tenemos contra el demonio son dos: la oración, es decir, la relación de amor con Dios Padre, y el amor por el prójimo.
El matrimonio es el sacramento del amor. Por esta razón el diablo quiere destruirlo. Y muchos problemas se superan con un acto de perdón, que es un amor incrementado, que deja "ko" al diablo.

- Hoy, ¿dónde se esconde mejor el diablo?
- Diría que en lo que era el centro del pensamiento griego y que está en la raíz del mundo occidental, es decir, la dialéctica del logos, la distinción entre verdadero y falso, entre el bien y el mal: hoy, el diablo tiene más fácil el camino para intentar aniquilar esta característica esencial del hombre que quiere ser libre.
También a causa de la influencia de ideologías de tipo oriental (new age) se está afirmando con prevalencia un modelo de pensamiento analógico, es decir, fundado sobre la verosimilitud, no sobre la verdad. De esta manera se facilita la desorientación, se privilegia el pensamiento líquido, la ciencia se convierte en esclava de la técnica por lo que todo lo que es técnicamente factible se convierte en científicamente válido... Y, como hemos dicho, dónde no hay un libre uso de la razón no puede haber amor y el diablo tiene campo libre.


(Traducción de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares)

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