II.
La Obra nacida
1. ¡Las Marías! ¡Ahí están!
Permitidme que a título de partida de nacimiento transcriba aquí
la noticia que de su aparición publiqué en mi "GRANITO DE ARENA" de
marzo de 1910.
"Tiempo ha que en mi mente viene dando
vueltas una idea y en mi corazón un deseo algo inquietante sobre una obra que
yo estimo de urgente necesidad.
Madurados, a mi parecer, una y otro, quise
aprovechar el primer viernes de cuaresma 1
para hacer su promulgación.
Lo que en la plática del retiro de aquel día
dije, quiero repetirlo aquí para su mayor divulgación.
Pero antes de exponeros la obra y a guisa de
prolegómeno indispensable, quiero poner de manifiesto
Una
situación muy triste
Muy triste, sí. Pero con todo el color negro
y sabor amargo que queráis poner a esa tristeza, es la situación en que se
encuentra en muchísimos Sagrarios, Jesucristo Sacramentado.
Vais a permitidme, señoras, que yo que
invoco muchas veces la solicitud de vuestra caridad en favor de los niños
pobres y de todos los pobres abandonados, invoque hoy vuestra atención primero
y vuestra cooperación después, en favor del más
abandonado de todos los pobres: ¡Él santísimo Sacramento!
Abandonado
y pobre le he llamado. ¡Que no se alarme vuestra piedad! Voy a explicarme.
Abandonado,
digo, y vais a ver hasta qué punto y en qué medida.
Hay pueblos, no creáis que allá entre los
salvajes, hay pueblos, ¡en España!, en los que se pasan semanas, meses sin que
se abra el Sagrario. Y otros en los que no
comulga nadie ni nadie vista al santísimo Sacramento. Y en muchísimos, si
se abre, es para que comulgue alguna viejecita del tiempo antiguo.
En esos pueblos, muchos de sus habitantes ni
saben ya que hay Sagrarios, ni qué es comulgar, y llegan al fin de su vida sin
haber hecho la primera Comunión.
Si a esos desgraciados les preguntáis por la
casa de Jesucristo en aquel pueblo, no sabrían qué responderos.
¡Abandonado! y ¿qué mayor abandono que estar
solo desde la mañana a la noche y desde la noche a la mañana?
Así, completamente solo está Jesucristo en
muchísimos Sagrarios, y por consiguiente...
¡Pobre!, no ya de pobreza material, que en ésa, hay
Sagrarios que en nada se diferenciarían del primer Sagrario de Belén, sino con
pobreza de calor, de oraciones, de virtudes, de compañía...
¡Él, pidiendo desde su Tabernáculo a cada
uno de los moradores de aquel pueblo, un poquito de cada una de esas cosas, no
recibe nada!
La
Comunión de las Marías
En torno de esos Sagrarios no hay ni calor
de corazones amantes, ni lágrimas de ruegos, ni suspiros de arrepentimiento,
ni ayes de necesitados, ni gratitud de reconocidos, ni rodillas dobladas, ni
cabezas inclinadas, ni ojos que miran, ni bocas que piden, ni corazones que se
ofrecen... ¡Nada!
Una lámpara mugrienta, muchas veces apagada,
dos velas empolvadas de no servir, una reja de goznes enmohecidos de no girar y
alguna que otra telaraña. He aquí todo el acompañamiento de Jesucristo
Sacramentado.
¿Conocéis a algún pobre, algún abandonado en
situación más triste?
Yo no lo conozco. Busco con quien compararlo
y la única situación que encuentro que pueda compararse con ésta, es la en que
se vio el mismo Jesucristo en el Calvario.
¡Qué! ¿Jesucristo en el Calvario, abandonado
de Dios y de los hombres por quienes se inmolaba, no se parece mucho al
Jesucristo del Sagrario abandonado, no de Dios, que lo impide su estado
glorioso, pero sí de los hombres por quienes se inmola constantemente?
Si hay alguna diferencia, es desfavorable
para su vida de Sagrario.
En el Calvario, siquiera había unas Marías
que lloraban y consolaban. En esos Sagrarios de que os he hablado ¡ni eso hay!
¡Calvarios
sin Marías!
Eso son muchos de nuestros Sagrarios.
Y he aquí, hermanas mías, para lo que yo os
pedía la cooperación de vuestra caridad.
Yo no os pido ahora dinero para los niños
pobres. Ni auxilio para los enfermos. Ni trabajo para los cesantes. Ni consuelo
para los afligidos. Yo os pido una limosna de cariño para Jesucristo
Sacramentado; un poco de calor para esos Sagrarios tan abandonados. Yo os pido,
por el amor de María Inmaculada, Madre de ese Hijo tan despreciado, y por el amor
de ese Corazón tan mal correspondido, que os
hagáis las Marías de esos Sagrarios abandonados.
¿Cómo?
Para eso es la Obra de que os hablaba al
principio: La Obra de las "Tres
Marías".
Su fin,
ya lo habéis oído: Proveer de Marías
adoradoras los Sagrarios desiertos, convertidos hoy en Calvarios por la
ingratitud y el abandono de los cristianos.
La Obra, pues, se dedicará, como a su objeto
esencial y necesario, a procurar que no haya Tabernáculo sin sus tres Marías que trabajen para que se
abra el Sagrario y se visite al santísimo diariamente.
Y ahora, almas amantes del Corazón
Eucarístico de Jesús, corazones a quienes punzan las espinas suyas y que
palpitan al unísono con Él, ¡al Calvario con Jesucristo solo!, o, lo que es lo
mismo, ¡al Sagrario con Jesucristo abandonado! ¡Marías adoradoras, ante los
odios de los fariseos modernos y las ingratitudes del pueblo que fue cristiano, y las cobardías y
perezas de los discípulos, ocupad vuestro puesto! ¡Junto a la Cruz con María su Madre...!
¿Qué
son, pues, las Marías?
Una Obra de reparación eucarística para en
unión de María Inmaculada y a ejemplo de las Marías del Evangelio, dar y buscar
compañía a los Sagrarios abandonados, solitarios o poco frecuentados.
Razón
del hombre
Se llamó Obra en sus comienzos, pero Su santidad Pío XI en su Breve de 22 de
agosto de 1934, le dio el título de Pía
Unión con Director general para toda la Obra.
Se dice de las Marías porque trata de reanudar e imitar cerca del Corazón Eucarístico
abandonado, el ejemplo de María Inmaculada al pie de la Cruz y de aquellas
piadosas mujeres del Calvario, llamadas por el pueblo cristiano con el nombre
familiar de las Marías.
Se dice de las Tres Marías, porque la Obra aspira a proveer cada Sagrario
abandonado de tres almas adoradoras por lo menos.
Y por último, de los Sagrarios-Calvarios, porque el estado de abandono, desconsuelos y
crueles desprecios en que la ingratitud de los cristianos pone al Corazón de
Jesús en los Sagrarios y en los altares de sus Sacrificios, recuerda y aun
reproduce con creces, su estado de Calvario.
Adviértase que cuando se habla aquí de
Sagrario abandonado, se sebreentiende de los fieles, mas no del sacerdote
encargado de él.
Fin
esencial
El mismo de las primeras Marías: Estar junto a la Cruz de Jesús,
acompañar y buscar compañía al Corazón Eucarístico de Jesús en unión de María
Inmaculada, en los Sagrarios en que nadie o muy pocos lo acompañan. O sea,
proveer por lo menos de tres Marías adoradoras los Sagrarios desiertos.
La Obra de las Tres Marías reconoce como el
mayor mal de todos los males en el orden práctico y causa a su vez de las
peores ofensas a Dios y de los más graves daños a la Iglesia, a la sociedad, a
la familia y a las almas, el abandono
del Sagrario, y contra él viene a trabajar por todos los medios que el celo
dicte.
Téngase muy presente que las Marías no van principalmente a enriquecer y adornar
materialmente los Sagrarios, ni a emular a otras hermandades en cultos
espléndidos, ni a cosas parecidas. La misión
esencial de las Marías es llevar compañía al Sagrario no
frecuentado o abandonado.
Yo pido a los ángeles adoradores de esos
Sagrarios, que graben con caracteres de fuego en el corazón de las Marías,
estas dos palabras: Abandono y Compañía.
Ésa es toda nuestra Obra.
Oficios
de las Marías
Según
el santo Evangelio, las Marías acompañaron al Señor: 1º sirviéndole (ministrantes). 2º
ungiéndole (emerunt aromata ut venientes ungerent Jesum). 3º llorando y lamentándose (plangebant
et lamentabantur). Y 4º estando de pie
junto a la Cruz cuando todos lo abandonaron (stabant juxta crucem).
Esos mismos son los oficios de las Marías de
los Sagrarios-Calvarios:
1º.
Servir al Corazón Eucarístico abandonado o solitario con la Comunión y visita propias cada día y con
propaganda para buscar otras
Comuniones y visitas para el mismo Sagrario.
2º
Perfumar esas Comuniones, visitas y propaganda eucarística, con el buen olor de una vida de hostia. O sea, de mucha humildad,
caridad y modestia en trajes y costumbres.
3º
Llorar y lamentarse con el Corazón Eucarístico de Jesús, pidiendo, amando,
consolando, mortificándose y reparando por los desventurados vecinos de aquel
Sagrario al que debían ir y no van.
4º
Permanecer fieles junto al Sagrario sin intimidarse ni ante los malos que
se oponen, ni ante los discípulos que huyen, murmuran o se cansan.
Tener por divisa: "A más abandono de los demás, más compañía mía".
Una María es, pues, la servidora, la embalsamadora, la consoladora y la incansable adoradora
de un Sagrario en que el Corazón de Jesús no tiene ni quien lo sirva, ni lo
unja, ni lo consuele, ni lo adore.
Clases
de Marías
Dos, unas contemplativas y otras activas,
según la presencia con que acompañen su Sagrario. Serán Marías contemplativas, las que acompañen su
Sagrario en espíritu. Y activas, las
que lo acompañen en espíritu y en acción.
Las Marías contemplativas, pues, han de acompañar su Sagrario, comulgando y
visitando diariamente al santísimo Sacramento en donde quieran, con la
intención de acompañar en espíritu con esta Comunión y visita el Sagrario
abandonado que se les señale.
También pueden acompañar su Sagrario
ofreciendo al Corazón Eucarístico de Jesús, todas sus obras buenas del día, sus
Misas, Comuniones espirituales y jaculatorias, con la intención de reparar el
abandono en que está en aquel Sagrario.
Las
Marías activas unirán al oficio de las anteriores el ir personalmente a su Sagrario, cuando puedan, comulgando en él,
visitándolo, suplicando en este caso al encargado del mismo, la exposición
menor y la bendición con el santísimo y trabajando por medio de hojas,
relaciones de amistad, conversaciones, visitas de casa en casa, organización de
catequesis, escuelas dominicales o nocturnas, retiros, misiones, etc., etc.,
para buscar Comuniones, frecuencia de Sagrario y asistencia a la santa Misa
diaria, fomento del canto litúrgico popular y del espíritu eucarístico en las
asociaciones y obras piadosas y cooperación al párroco.
Las
Marías Nazarenas 2
Por misericordia del Amo, existe desde el
año 1921 una tercera clase de Marías, las Marías
Nazarenas, que viven en comunidad, sin hábito religioso y con el espíritu
más riguroso de los votos, cuyo fin es vivir sólo para ser Marías y
formar y conservar núcleos de Marías enteradas, de almas selectas, por lo
pueblos que visitan y en los que ejercen un suave y constante apostolado de amistad, ejemplo y oración.
Sus casas de "Nazaret" tienen para
la diócesis o región donde se establecen, un triple carácter: 1º Casa madre de
la Obra. 2º Escuela de Marías, y 3º Secretariado para la propaganda y
organización.
Estas Marías Nazarenas tienen su
organización conforme a los sagrados Cánones. Viven de lo que la Providencia
les da por medio de su trabajo, sus dotes y limosnas espontáneamente
ofrecidas. Forman el Secretariado general de la Obra y gracias a Dios, cuentan
con una estadística gloriosa en trabajos y frutos.
Las Marías Nazarenas vienen a ser como la flor de la Obra de las Marías. La
flor es perfección y multiplicación
de la planta que la produce.
El grado de las Marías Nazarenas será el estado perfecto de las Marías y el medio de multiplicarlas, fundándolas,
formándolas en el más puro espíritu, conservándolas, organizándolas,
buscándolas en los pueblos o trayéndolas, cuando se pueda, a hacer ejercicios
espirituales y ensayos de vida apostólica o de María activa en su Nazaret.
Siendo flor
y conservando los oficios indicados de ésta, prefiere vivir como raíz que dé jugo sin producir ruido ni
esperar nada. ¡Como Jesús en su vida de Hostia!
De ningún modo será María activa ni
contemplativa la que, pudiendo, no comulgue habitualmente a diario. Las que
presten algún servicio de Marías, pero no comulguen a diario, se tendrán como
aspirantes a María, pero no como Marías.
Las impedidas de comulgar por causas físicas
o morales ajenas a su voluntad, pueden ser Marías a condición de que tiendan a la Comunión diaria sacramental
y, mientras, la suplan con la espiritual.
Lo mismo digo de la visita diaria al
santísimo Sacramento.
Como estoy convencido de que no siempre son
posibles a las Marías la Comunión sacramental y la visita diaria al santísimo,
a pesar de mi gran deseo de que así sea, no puse en las preces a Su santidad,
pidiendo el privilegio de altar portátil de que más tarde hablaré, la condición
de Comunión diaria, sino frecuente, para quitar ansiedades de conciencia a las
Marías y poder dejar al recto juicio de los respectivos Directores diocesanos,
el apreciar en cada caso las causas que eximan de la Comunión diaria a esas
Marías de sólo Comunión frecuente.
Pero conste que, a pesar de que se puede
gozar, el privilegio pontificio con la sola Comunión frecuente, o sea, varias
veces por semana, mi deseo firme y la conveniencia de la Obra es que toda María
sea de Comunión sacramental y visita diarias.
La razón es muy obvia: si nadie da lo que no
tiene, y las Marías han de dar a los demás mucho
amor al Sagrario, ¿cómo lo van a dar, si ellas no lo tienen? Y yo creo que
un alma que tenga mucho amor al Sagrario, hará lo posible y lo imposible por ir
todos los días a comulgar y a visitarlo.
Notas:
1
- Día 4 de marzo de 1910.
2 - Esta Congregación Religiosa lleva
actualmente el nombre de: Misioneras Eucarísticas de Nazaret.
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