Yo
soy el pan vivo, que descendí del cielo. Si alguno comiere de este pan, vivirá
eternamente. Y el pan que yo os daré es mi carne por la vida del mundo".
Comenzaron
entonces los judíos a altercar unos con otros, y decían: "¿Cómo nos puede
dar éste su carne a comer?" Y Jesús les dijo: "En verdad, en verdad
os digo: Que si no comiereis la carne del Hijo del hombre, y bebiereis su
sangre, no tendréis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre,
tiene vida eterna: y yo le resucitaré en el último día".
"Porque
mi carne verdaderamente es comida: y mi sangre verdaderamente es bebida. El que
come mi carne y bebe mi sangre, en mí mora, y yo en él. Como me envió el Padre
viviente, y yo vivo por el Padre, así también el que me come, él mismo vivirá
en mí. Este es el pan que descendió del cielo. No como el maná que comieron
vuestros padres, y murieron. Quien come este pan, vivirá eternamente".
San Agustín, ut supra
¿Pero nosotros, no comeremos del pan que baja del cielo? Aquellos
murieron, como nosotros también hemos de morir en cuanto a la muerte de este
cuerpo, visible y material. Pero en cuanto a la muerte del espíritu, de la que
murieron los padres de éstos, Moisés comió el maná y muchos otros que agradaron
a Dios y no murieron porque aquella comida visible fue entendida por ellos en
sentido espiritual. Tuvieron de ella hambre espiritual, la gustaron en espíritu
y espiritualmente quedaron saciados. Y nosotros hoy también recibimos un
alimento visible, pero una cosa es el sacramento y otra la virtud del
sacramento. ¿Cuántos hay que reciben este pan del altar, y mueren a pesar de
ello? Por esto dice el Apóstol ( 1Cor 11,29): "Que come y bebe su propia
condenación". Por tanto, comed el pan del cielo en espíritu y llevad
vuestra inocencia ante el altar. Los pecados, ya que son diarios, que no sean
mortales. Antes que os aproximéis al altar, ved lo que hacéis, ved lo que
decís: perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores
( Mt 6,12). Si perdonas, te serán perdonadas. Aproxímate tranquilo, es pan, no
veneno. Y si alguno comiese de este pan, no morirá, pero respecto de la virtud
del sacramento y no en cuanto se refiere al sacramento visible; esto es, el que
lo come interiormente y no exteriormente.
Alcuino
Y por eso no muere el que come este pan, porque "Yo soy el pan vivo
que bajé del cielo".
Teofilacto
Con este fin se encarnó; y no fue primero sólo hombre y después tomó la
divinidad, como dice Nestorio, mintiendo.
San Agustín, ut supra
También el maná bajó del cielo, pero el maná era sombra y este pan es la
realidad.
Alcuino
Mi vida es la que vivifica. Por esto sigue: "Si alguno comiere de
este pan, vivirá", no sólo en la vida presente por medio de la fe y de la
santidad, sino "vivirá eternamente. Y el pan que yo daré es mi carne por
la vida del mundo".
San Agustín
Explica el Señor a continuación por qué se llama a sí mismo pan, no sólo
en lo que toca a la divinidad que todo lo nutre, sino también a la naturaleza
humana que asumió el Verbo de Dios, cuando añade: "El pan que yo daré es mi
carne por la vida del mundo".
Beda
El Señor concedió este pan cuando instituyó el sacramento de su cuerpo y
su sangre y lo dio a sus discípulos y cuando se ofreció a Dios Padre en el ara
de la cruz. Cuando dice: "Por la vida del mundo", no debemos entender
que por los elementos, sino por todos aquéllos que se designan en el nombre del
mundo.
Teofilacto
Cuando dice: "Que yo daré" da a conocer su poder, porque no
fue crucificado como siervo del Padre y menor que El, sino voluntariamente.
Pues aunque se dice que fue entregado por el Padre, se entregó El a sí mismo. Y
véase cómo el pan que nosotros recibimos en el sacramento no es la figura del
cuerpo de Jesucristo, sino el mismo verdadero cuerpo de Jesucristo. Porque no
dijo: el pan que yo daré lleva la imagen de mi cuerpo, sino: es mi propia
carne. Se transforma este pan por las palabras inefables, por la bendición y
habitación mística del Espíritu Santo en el cuerpo de Jesucristo. ¿Y por qué no
vemos su cuerpo? Porque si lo viésemos, nos horrorizaríamos de comerlo. Por
cuya razón, condescendiendo con nuestra fragilidad, vemos esta comida
espiritual en la manera que convenía a nuestro modo de conocer. Entregó su
carne por la vida del mundo, porque muriendo destruyó la muerte. Yo también
entiendo la resurrección en aquellas palabras "por la vida del
mundo". Porque la muerte del Señor concedió la resurrección general a todo
el género humano. Y acaso a la vida, que consiste en la santificación y en la
perfección según el espíritu, la llamó vida del mundo. Aunque no todos hayan
recibido la vida que se encuentra en la santificación y en el espíritu, sin
embargo, el Señor se entregó por el mundo y cuanto hay en él, por lo que todo
el mundo se santifica.
San Agustín
In Ioannem tract., 26.
¿Y cómo iba a entender el hombre que llamase pan a su carne? Conocen,
pues, los fieles que es el cuerpo de Jesucristo y no deben despreciarlo.
Háganse cuerpo de Jesucristo, si quieren vivir del espíritu de Jesucristo,
porque no vive del espíritu de Jesucristo sino el cuerpo de Jesucristo. ¿Acaso
mi cuerpo vive de tu espíritu? El Apóstol da a conocer este pan diciendo ( 1Cor
10,17): "Muchos somos un solo cuerpo, todos los que participamos de este
solo pan". ¡Oh sacramento de piedad! ¡Oh signo de unidad! ¡Oh vínculo de
caridad! El que quiere vivir, tiene de dónde vivir; acérquese, crea,
incorpórese para que sea vivificado.
San Agustín
In Ioannem tract., 26.
Y como los judíos no entendían cuál era aquel pan de concordia,
disputaban entre sí. Por esto dice: "Comenzaron entonces los judíos a
altercar unos con otros", etc. Mas los que comen de este pan, no discuten
entre sí, puesto que por medio de este pan Dios hace habitar a todos unidos en
su casa.
Beda.
Creían pues los judíos, que el Señor dividiría en trozos su propia carne
y se la daría a comer; por esto disputaban porque no entendían.
Crisóstomo in Ioannem hom. 46.
Y como decían que esto era imposible, esto es, que diese a comer su
propia carne, les dio a entender que no sólo no era imposible, sino muy
necesario; por esto sigue: "Y Jesús les dijo: en verdad, en verdad os digo
que si no comiereis la carne", etc. Como diciendo: de qué modo se da y
cómo debe comerse este pan, vosotros no lo sabéis, mas si no lo comiereis, no
tendréis vida en vosotros.
San Agustín, ut supra
Como si dijese: vosotros ignoráis de qué manera alguien puede ser comido
y cuál sea el modo de comer aquel pan, pero aun así "si no comiéreis la
carne del Hijo del hombre y bebiéreis su sangre, no tendréis vida en
vosotros".
Beda
Y para que no creyesen que esto se decía para ellos solos, formuló a
continuación una sentencia general, diciendo: "Que el que come mi carne y
bebe mi sangre", etc. Y para que no entendiesen que se refería a esta vida
y cuestionasen acerca de ello, añadió: "Tiene vida eterna". Mas no la
tiene el que no come esta carne ni bebe esta sangre, puesto que podemos tener
la vida temporal prescindiendo de El, pero de ninguna manera la vida eterna. No
sucede así respecto de la comida que tomamos para alimentar esta vida temporal,
porque los que no la reciben, no viven, ni tampoco vivirá el que la tome,
puesto que sucede que mueren todos los que la toman, o por enfermedad, o por
ancianidad, o por cualquier otra causa. Mas respecto de esta comida y esta
bebida, esto es, del cuerpo y la sangre del Señor, no sucede así. Porque el que
no la toma no tiene vida eterna y el que la toma tiene vida y ésta es eterna.
Teofilacto
Porque no es carne de un mero hombre, sino de Dios, quien deseando hacer
al hombre divino, como que lo embriaga en su divinidad.
San Agustín De civ. Dei. 22, 19
Hay algunos que, por lo que dice aquí, ofrecen la salvación a los
hombres purificados por el bautismo de Jesucristo, con tal que participen de su
cuerpo (aunque vivan de cualquier modo). Pero les contradice el Apóstol,
diciendo: "son bien conocidas las acciones de la carne, como son la
fornicación, la inmundicia" (Gál 5,19), etc. Acerca de lo que os predico,
como ya os llevo dicho, que los que así obran, no alcanzarán el reino de Dios.
Por esta razón se pregunta con fundamento cómo debe entenderse lo que aquí
dice. El que vive unido con su cuerpo -esto es, en unión con los miembros
cristianos, de cuyo cuerpo suelen participar todos los fieles que se acercan al
altar-, ése puede propiamente decirse que come el cuerpo y bebe la sangre de
Jesucristo. Por esto los herejes y los cismáticos, que están separados de la
unidad del cuerpo, pueden recibir este sacramento, pero no les aprovecha, antes
al contrario, les perjudica, porque son considerados como más pecadores y hay
más dificultad para perdonarlos. Y ellos no deben considerarse como seguros por
sus costumbres malas y depravadas, porque por la maldad de su vida abandonaron
la misma santidad de la vida, que es Jesucristo, ya fornicando, o ya haciendo
otras cosas por el estilo. Y no puede decirse que éstos coman el cuerpo de
Jesucristo, porque ni aun deben contarse entre los miembros de Jesucristo. Y
pasando otras cosas en silencio, no pueden ser a la vez miembros de Jesucristo
y miembros de una mujer impúdica.
San Agustín
In Ioannem tract., 26.
Quiere que se entienda por esta comida y esta bebida la unión que hay
entre su cuerpo y sus miembros, como es la Iglesia en sus predestinados, en los
llamados, en los justificados, en los santos glorificados y en sus fieles. Este
sacramento (esto es, la unidad del cuerpo y la sangre de Jesucristo), que en
algunos lugares se prepara todos los días en la mesa del Señor y en otros, sólo
de tiempo en tiempo y se recibe de la mesa del Señor, para unos es vida, para
otros condenación. Pero la entidad de aquello que constituye el sacramento, da
vida a todo hombre, y a ninguno sirve de condenación, cualquiera que sea el que
de ella participa. Y para que no creyesen que por medio de esta comida y esta
bebida se ofrecía la vida eterna de tal modo que aquéllos que la recibiesen ya
no morirían ni aun en cuanto al cuerpo, saliendo al encuentro de esta idea,
continuó diciendo: "Y yo le resucitaré en el último día", con el fin
de que tenga entre tanto la vida eterna, según el espíritu, en el descanso
donde se encuentran las almas de los justos. Mas en cuanto al cuerpo, ni aun
éste carecerá de vida eterna, porque en la resurrección de los muertos, cuando
llegue el último día, la tendrá.
Beda.
Había dicho ya: "El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida
eterna", y para manifestar cuánta diferencia hay entre la comida y bebida
material y el sacramento espiritual de su cuerpo y su sangre, añadió:
"Porque mi carne verdaderamente es comida", etc.
Crisóstomo in Ioannem hom., 46.
Y dice esto, o bien para que crean en lo que estaba diciendo y no que
era enigma o parábola, sino para que comprendan que conviene en absoluto comer
el cuerpo de Jesucristo; o bien quiere decir que es verdadera comida ésta que
salva al alma.
San Agustín In
Ioannem tract., 26.
Como los hombres desean conseguir mediante la comida y bebida saciar
para siempre su hambre y su sed, esto en realidad no lo satisface nada sino
esta comida y esta bebida, que hace inmortales e incorruptibles a aquéllos que
la reciben; esto es, a la misma sociedad de los santos, en donde se encontrará
la paz y unidad plena y perfecta. Por lo tanto, nuestro Señor recomendó su
cuerpo y su sangre como cosas que se reducen y refieren a cierta unidad, porque
de muchos granos se forma otro cuerpo (esto es, el pan), que es un solo todo y
lo mismo sucede respecto del vino, que se forma por la reunión de muchos
racimos. Después manifiesta en qué consiste comer su cuerpo y beber su sangre,
diciendo: "El que come mi carne, etc., permanece en mí y yo en él".
Esto es, pues, comer aquella comida y beber aquella bebida, a saber: permanecer
en Cristo y tener a Cristo permaneciendo en sí. Y por esto el que no permanece
en Cristo y aquél en quien Cristo no permanece, sin duda alguna ni come su carne
ni bebe su sangre, sino que, por el contrario, come y bebe sacramento de tan gran
valía para su condenación.
Crisóstomo, ut supra
De otra manera puede explicarse la continuación: como había ofrecido la
vida eterna a los que lo comiesen, para confirmarlo, añadió: "El que come
mi carne, etc., permanece en mí".
San Agustín De verb. Dom. serm. 11
Y en realidad, muchos que comen aquella carne y beben aquella sangre
hipócritamente, se hacen apóstatas. ¿Acaso permanecen en Cristo y Cristo en
ellos? Pero hay cierta manera de comer aquella carne y de beber aquella sangre,
para que el que la coma y la beba permanezca en Cristo y Cristo en él.
San Agustín De civ. Dei. 21, 25
Esta es el haber recibido el Cuerpo de Cristo no sólo sacramentalmente,
sino efectivamente, por estar incorporados en su cuerpo. 1
Crisóstomo, ut supra
Y como yo vivo, es cosa clara que él también vivirá. Y para probar esto
añade: "Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre".
San Agustín De verb. Dom serm. 11
Como diciendo: Yo vivo como el Padre. Y para que no se crea que es
ingénito, añadió: "por el Padre", manifestando, aunque veladamente,
que el Padre es su principio. Y cuando dice: "Así también el que come, él
mismo vivirá por mí", no dice esto sencillamente de la vida, sino de la
vida de santidad. Porque viven también los infieles, aunque no comen de aquella
carne. Y tampoco dice esto en cuanto a la resurrección general, porque también resucitarán;
sino que habla de la vida de la gloria y que tiene recompensa.
San Agustín
In Ioannem tract., 26.
Mas no dice: del mismo modo que como al Padre y yo vivo por el Padre, el
que me come también vive por mí. Porque el Hijo no se hace mejor porque
participa del Padre, mientras que por la participación del Hijo, que es lo que
significa aquel acto de comerlo nosotros, nos hacemos mejores, uniendo a
nosotros su cuerpo y su sangre. Y si dijo: "Vivo por el Padre", es
porque es de la misma esencia y esto se dice sin detrimento de la igualdad. Y
sin embargo, diciendo: "El que me come vivirá por mí", no afirma
nuestra igualdad respecto de El, sino que muestra la gracia del mediador. Mas,
si según esto oímos: "Vivo por el Padre", como aquello que dice en otro
lugar, "Y el Padre es mayor que yo" ( Jn 14,28), dijo también:
"Como me envió el Padre", lo cual equivale decir: para que yo viva
por el Padre, esto es, para que mi vida se refiera a El como a lo más grande,
fue hecha mi humillación, la causa que me enviara. Pues para que cada uno viva
por mí, ha de participar de mí, comiéndome.
San Hilario De Trin., 1, 8
No queda lugar a duda acerca de la verdad de la carne y la sangre de
Jesucristo. Mas ahora, según dice el mismo Dios y nuestra fe nos enseña, es verdadera
carne y verdadera sangre. Y ésta es la causa de nuestra vida, porque tenemos a
Jesucristo viviendo en nosotros, que somos carnales, por medio de la carne,
debiendo vivir también nosotros por medio de El, del mismo modo que El vive por
el Padre. Y si nosotros vivimos por El de una manera física, según la carne,
esto es, habiendo recibido la naturaleza de la carne, ¿cómo dejará de tener en
sí al Padre, en cuanto al espíritu, siendo así que El vive por el Padre? Pero
vive por el Padre porque su generación no añadió nada ajeno a su naturaleza.
San Agustín
In Ioannem tract., 26.
Y bajó del cielo para que vivamos comiendo aquel pan los que no podemos
obtener la vida eterna por nosotros mismos. Por esto sigue: "Este es el
pan que descendió del cielo".
San Hilario De Trin., 1, 10
Aquí El se denomina pan. Y para que no se crea que sufrió menoscabo el
poder y la naturaleza del Verbo al asociarse con la carne, dijo que el pan era
su carne, para que por medio de esto, bajando este pan del cielo, no se creyese
que el origen de su cuerpo procedía de la concepción natural, manifestando que
su cuerpo era del cielo. Mas como el pan es suyo, manifiesta que ha tomado aquel
cuerpo por medio del Verbo.
Teofilacto
Por lo tanto, no comemos a Dios en su pura esencia, porque es impalpable
e incorpóreo, como tampoco comemos la carne de un puro hombre, que de nada nos
podría aprovechar. Mas como Dios unió a sí la carne humana, su carne tiene
propiedades que dan vida, no porque se haya convertido en naturaleza divina, sino
como sucede al hierro candente, que permanece hierro y tiene las propiedades
del fuego. Pues así la carne del Señor es dadora de vida como carne del Verbo.
Beda
Y para manifestar la diferencia de la sombra y de la luz, de la figura y
la realidad, añadió: "No como el maná que comieron vuestros padres, y murieron".
San Agustín, ut supra
Aquello de que murieron, quiere que se entienda en el sentido de que no
viven eternamente, porque ciertamente en lo temporal también morirán los que
comen a Jesucristo, pero vivirán eternamente, porque Jesucristo es la vida
eterna.
Notas
1.- "La razón es el haber recibido el Cuerpo de Cristo no sólo
sacramentalmente, sino efectivamente, por estar incorporados en su cuerpo. Es
el mismo cuerpo del que dijo el Apóstol: Como hay un solo pan, aun siendo
muchos no formamos mas que un solo cuerpo. Entonces el que forma parte de la
unidad de ese Cuerpo de Cristo, es decir, el que es miembro de ese comunidad
formada por los cristianos, que comulgan asiduamente en el sacramento de su
Cuerpo en el altar, ése es de quien puede decirse que come el Cuerpo de Cristo
y bebe su Sangre" (San Agustín, De civitate dei, XXI, 25,2).
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