CLAUSURA DEL
CONCILIO ECUMÉNICO
VATICANO II
PABLO VI
MENSAJE A LOS TRABAJADORES
Miércoles 8 de diciembre de 1965
PABLO VI
MENSAJE A LOS TRABAJADORES
Miércoles 8 de diciembre de 1965
A lo largo del
Concilio, nosotros los Obispos católicos de los cinco continentes, hemos
reflexionado conjuntamente, entre muchos temas, respecto de las graves
cuestiones que plantean a la conciencia de la humanidad las condiciones
económicas y sociales del mundo contemporáneo, la coexistencia de las naciones,
el problema de los armamentos, de la guerra y de la paz. Y somos plenamente
conscientes de la repercusión que la solución dad a estos problemas puede tener
sobre la vida concreta de los trabajadores y de las trabajadoras del mundo
entero. Así, Nos deseamos, al término de nuestras deliberaciones, dirigirles a
todos ellos un mensaje de confianza, de paz y de amistad.
Hijos muy queridos:
estad seguros, desde luego, de que la Iglesia conoce vuestros sufrimientos, vuestras
luchas, vuestras esperanzas; de que aprecia altamente las virtudes que
ennoblecen vuestras almas: el valor, la dedicación, la conciencia profesional,
el amor de la justicia; que reconoce plenamente los inmensos servicios que cada
uno en su puesto, y en los puestos frecuentemente más oscuros y menos
apreciados, hacéis al conjunto de la sociedad. La Iglesia se siente muy
contenta por ello, y por nuestra voz os lo agradece.
En estos últimos años,
la Iglesia ,
no ha dejado de tener presentes en su espíritu los problemas, de complejidad
creciente sin cesar, del mundo y del trabajo. Y el eco que han encontrado en
vuestras filas las recientes encíclicas pontificias ha demostrado cómo el alma
del trabajador de nuestro tiempo marcha de acuerdo con la que sus más altos
jefes espirituales.
El que enriqueció el
patrimonio de la Iglesia
con esos mensajes incomparables, el Papa Juan XXIII, supo encontrar el camino
hacia vuestro corazón. Mostró claramente en su persona todo el amor de la Iglesia por los trabajadores,
así como también por la justicia, la libertad, la caridad, sobre las que se
funda la paz en el mundo.
De este amor de la Iglesia hacia vosotros,
los trabajadores, queremos, también por nuestra parte, ser testigos cerca de
vosotros y os decimos con toda la convicción de nuestras almas: la Iglesia es amiga vuestra.
Tened confianza en ella. Tristes equívocos en el pasado mantuvieron durante
largo tiempo la desconfianza y la incomprensión entre Iglesia y la clase
obrera, y sufrieron la una y la otra. Hoy ha sonado la hora de la
reconciliación, y la Iglesia
del Concilio os invita a celebrarla sin reservas mentales.
Así, pues, recibid el
mensaje de la
Iglesia. Recibid la fe que os ofrece para iluminar vuestro
camino; es la fe del sucesor de Pedro y de los dos mil Obispos reunidos en
Concilio, es la fe de todo el pueblo cristiano. Que ella os ilumine. Que ella
os guíe. Que ella os haga conocer a Jesucristo, vuestro compañero de trabajo,
el Señor, el Salvador de toda la humanidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario