Entrevista concedida por el Pbro. Dr. Juan José Pérez Soba, profesor de pastoral familiar en el Instituto Juan Pablo II de la Universidad Latenarense a Zenit, con motivo del próximo sínodo sobre la familia.
El papa Francisco una vez que ha visto el conjunto de lo
que es su pontificado ha querido dar una prioridad ahora al tema de la familia.
Se ha concretado el desafío de la familia en el contexto de la evangelización.
En ese sentido se unen dos cosas: la familia como recurso para la nueva
evangelización, como lo ha destacado en el sínodo de la nueva evangelización; y
ahora se pone también el acento sobre los desafíos.
Al poner los desafíos, la secretaría del sínodo envió la
encuesta sobre el tema para tener un conocimiento general
Una encuesta que ha sido recibida de maneras muy
distintas porque la encuesta es muy heterogénea, no sabemos que resultados
podrán salir visto que había datos muy diversos que no es fácil homologar, pero
sí se ha creado una cierta expectativa, también muy diversa según los distintos
lugares.
¿A qué punto está la encuesta?
El material ya debería haber llegado si bien puede aún
llegar algo más. Los datos se han recibido y ahora una comisión de expertos de
la secretaría del sínodo va a preparar una ponencia que saldrá en mayo que será
el documento básico cuyos datos utilizará el sínodo. Era una encuesta compleja
ya que tomaba una perspectiva más centrada sobre los problemas que en la
evangelización. Por lo tanto dependerá mucho de cómo las personas que preparan
el sínodo insertar los datos dentro de la problemática de la nueva
evangelización, porque contrariamente se perdería la unidad del tema.
¿Qué desafíos se pone el sínodo?
La Iglesia no puede pretender resolver todos los
problemas de las familias, mientras evangelizar sí se puede pues es la misión
que Cristo le ha confiado. No se trata de resolver todos los problemas sino de
llevar luz. La primacía del evangelio de la familia sobre los problemas es
necesaria. Sobre el evangelio de la familia tenemos la aportación muy
importante de Juan Pablo II, la toma de conciencia del papel de familia en la
Iglesia.
¿Antes no había esta conciencia sobre la familia?
Ciertamente no, el tema del matrimonio ahora está mucho
más en el centro de la Iglesia y su valor sacramental se reconoce mucho más.
Muchas veces quienes se casan no saben qué es un matrimonio y no saben por qué
es un sacramento. Ven a la Iglesia como a quien llena de leyes pero no
ven cómo el matrimonio procede de la gracia. Juan Pablo II tomó un gran empeño
para ello pero aún no ha sido suficientemente recibido por parte de la Iglesia
y ciertamente si el sínodo ayudara a esto sería un aporte enorme.
El cardenal Kasper levantó una serie de problemáticas y
algunos ya sacaron conclusiones
Hubo una relación de Kasper en el consistorio y me parece
desenfocada en el sentido de que está centrada solamente en un tema; el tema de
los divorciados y vueltos a casar, que ocupa más del 30 por ciento de la
relación. Y que su propuesta se ha de valorar negativamente.
¿Más que negativa, limitada?
Creo que la valoración en su conjunto ha de ser negativa,
en el sentido de que presentó una propuesta que ya había sido presentada en el
año 1978, cuando el teólogo Kasper escribe un libro sobre la familia, propuesta
que fue rechazada por el magisterio dos veces, primero con la Familiaris
Consortio, y luego en el año 1993 se produce una propuesta realizada por
los obispos de Alta Renania, que firma el mismo cardenal Kasper y que es
rechazada por el dicasterio de la Doctrina de la Fe.
¿Qué se decía en esta propuesta?
En ella se decía que podía comulgar la persona que en
conciencia consideraba que su matrimonio había sido nulo. En el año 1994
Doctrina de la Fe saca un documento en el cual dice que no basta un acto
subjetivo de conciencia porque el matrimonio es un acto público. Y el cardenal
Kasper no hace referencia a esto en esta relación, y el modo de plantearlo me
parece inadecuado, porque acaba omitiendo datos esenciales. Y por ello ha
tenido mucha contestación. Es casi lo mismo que presentaba en 'La teología del
matrimonio', que, cuando habla de la indisolubilidad, se preocupa sobre todo
por abrir la posibilidad de la comunión de los divorciados vueltos a casar.
Los datos patrísticos que ofrece, por ejemplo son sólo
aquellos que tienen que ver con una cierta tolerancia y los interpreta de una
manera incorrecta. Lo que dice el canon octavo del Concilio de Nicea, se
refiere solamente a los viudos, y en cambio él lo interpreta sin ninguna
distinción.
¿Qué datos no estarían bien interpretados, qué dice el
Concilio de Nicea?
Los 'novacianos' que eran los rigoristas de la época
rechazaban la penitencia de los que habían sido apóstatas y las segundas
nupcias del viudo. El canon octavo del Concilio de Nicea pone los elementos
mínimos para que puedan ser readmitidos en la Iglesia católica, por lo que
deben aceptar a los viudos que se han casado una segunda vez ya los apóstatas
arrepentidos.
En cambio Kasper por dos veces hace referencia en su
relación y a partir de allí dice a una frase que es absolutamente exagerada:
'que existía en muchas Iglesias la práctica consuetudinaria' de la tolerancia
con los divorciados vueltos a casar. Y no es cierto, hay muy pocas referencias,
prácticamente solamente las que él cita. En verdad el único testimonio es el de
san Basilio, uno solo, y una Iglesia que se estaba formando, y sólo en casos
muy concretos. Y querer sacar de un texto una práctica nueva para la Iglesia
actual no tiene sentido. Y el modo de hacerlo me parece muy impropio, especialmente
en un consistorio. Gracias a Dios ha tenido una contestación muy grande entre
los cardenales.
Una serie de expectativas se abrieron, ¿se espera más de
lo que puede haber?
Depende mucho de los lugares, de los medios de comunicación
y de los obispos de las diócesis. Hace pocas semanas, se realizó el Pontifico
Instituto Juan Pablo II en la universidad Lateranense un congreso sobre Juan
Pablo II el papa de la familia, en la que hubieron tres relaciones muy claras,
una sobre la familia en Brasil, otra sobre una pastoral malabar, y la tercera
sobre Nigeria, y sin necesidad de tratar para nada el tema de los divorciados y
vueltos a casar. Se habló sobre la Familiaris consortio, se reconoce que
desde entonces alguna cosa ha cambiado, como después de la Conferencia de El
Cairo y la aparición de la teoría del género que ha cambiado la legislación en
algunos países. Y esto hace necesario actualizarla pero en lo que se responde a
un debate cultural y no a un problema concreto.
¿Qué frutos se esperan del sínodo sobre la familia?
Dependerá mucho de cómo se oriente. Si se orienta sobre
un problema concreto habrá poco fruto. Pero hay muchas cosas que pueden
mejorar, porque existe una ignorancia bastante generalizada de los sacerdotes
sobre la pastoral familiar, no saben qué significa ni como hacerla. Y es
necesario entender el desafío una cultura pansexualista. La Iglesia siempre ha
respondido a las diversos desafíos.
Las familias entran en crisis en los primeros cinco o siete
años...
La Familiaris consortio dice estupendamente que hay tres
tiempos de pastoral previos al matrimonio: la preparación, celebración y
acompañamiento. La preparación es muy imperfecta porque ésta debe partir desde
la infancia, con una preparación afectivo sexual que hoy casi no existe.
Después hay que acompañar a los novios con un itinerario de fe, y luego es la
preparación inmediata, pero con la carencia de todo lo anterior puede resultar
que la persona se case mal preparada. Algunos se casan con mentalidad
adolescente y con una idea romántica.
Cualquier pobre en cualquier lugar del mundo saben dónde
acudir: a la Iglesia, un matrimonio con problemas no lo sabe. Y hablar de
resolver las cosas posteriormente me parece un desenfoque total.
El papa Francisco con mucho criterio dice que la Iglesia
es un hospital de campo. Nos hallamos ante una epidemia, es necesario atacar el
foco, que es la cultura pansexualista, para proteger a las personas de
infeccionarse. Si se hace un enfoque evangelizador y global puede dar muchos
frutos, si se concentra todo en un concreto puede dividir a la Iglesia, se
intentará un cambio de normas cuando el problema central es la formación de las
personas.
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