Se escribe contra un mal tan
grave como poco conocido y reparado. ¡El abandono de los Sagrarios acompañados!
Ved aquí un tema de
conversación que, sin acertar a explicarme enteramente el por qué, vengo ha
tiempo rehusando y deseando tratar.
Quizá el temor de que mis
palabras den ocasión o pongan en peligro de disminuir la compañía que ya se da
al Sagrario, sin conseguir disminuir los abandonos con que a las veces, ¡y
ojalá no fueran tantas!, van mezcladas esas compañías, me haya tenido en este
estado de perplejidad entre hablar o callar.
Idea obsesionante
Os confieso que es idea que me
ocupa y me llena, que se me comprueba con harta frecuencia, y de hartos modos,
y que llega hasta a punzarme y ponerme triste, sin que haya podido evitar que
alguna vez al correr de la pluma, se hayan escapado por los puntos de ésta
algunas gotas de la amargura que aquella idea levanta en mi corazón.
¡Tengo tan clavada en él la
mirada angustiada de Jesús solo en medio de muchedumbres cristianas!
¡Se va metiendo tanto y tan
hondamente en mi alma la persuasión y la compasión de esa soledad!
Mas, por otra parte, he podido
comprobar que eso de hablar de Sagrarios abandonados es lenguaje tan duro para
muchos oídos cristianos, que, antes de reconocer la dolorosa, es verdad, pero
indiscutible realidad de ellos, hay muchos, muchos de éstos que rotundamente lo
niegan, temerosamente lo limitan, torcidamente lo explican o airadamente exigen
que se deje de hablar y de escribir de eso como de cosa que escandaliza.
Y si esto ocurre con hechos de
una actualidad y de un relieve y de una repetición tales que bastan los ojos de
la cara para enterarse de ellos, ¿qué acontecería con hechos, más sentidos que
presenciados, más adivinados que vistos a plena luz, más echados de menos que
de más?
Y ése es el hecho del abandono
del Sagrario acompañado: hecho tan cierto, no pocas veces, como merecedor
de todas las lágrimas de desagravio de los ojos amantes y de todos los
corazones buenos...
Lo que me decide a hablar
En estas vacilaciones me
hallaba cuando llega a mi mesa de trabajo esa carta, que vais a leer. El ser un
sacerdote, un Párroco que son entre los sacerdotes los que llevan las
preferencias de mi cariño, quien la escribe, sin conocerme y sin que yo le
conozca, y el acento de sincera curiosidad, de cariñosa e inquieta solicitud al
para que dé deferente afecto, han sido como la gota de agua que ha hecho
rebosar el vaso de mis deseos de hablar y... voy a hacerlo.
Una carta
Ved la carta y que sirva de
prólogo de esta serie de ratos de conversación que con vosotros quiero echar
sobre el tan interesante como escabroso tema de este libro:
S. de
B. (Burgos) 12 de abril de 1921
Ilmo.
Sr. Obispo de Málaga:
Ilmo.
Sr.: En el número 60 de "Narraciones eucarísticas de las Marías de
Burgos", correspondiente al mes de marzo de 1921, acabo de leer un
artículo de Su Ilustrísima, copiado de El GRANITO, titulado "En el aniversario de la Obra. Un punto
de meditación para muchas Comuniones de Marías", y cuyo tema es el
giro sugestivo y sorprendente de "el abandono de los Sagrarios
acompañados".
Lo voy
leyendo muchísimas veces, y cada vez que lo leo me gusta más, y pienso leerlo
todavía con más frecuencia. Para mí es el mejor artículo que he leído de los
muchos escritos de Su Ilustrísima. Claro está que este juicio crítico no tiene
valor académico...
Se me
ocurre decirle que este artículo necesita ampliación y debe explanarle del
todo, desarrollando más largamente el significado o sentido de las palabras
"¡almas-hostias!".
Ya que
Su Ilustrísima, como Obispo, está viendo y sintiendo la extensión e intensidad
de ese abandono, haga también la obra de misericordia de enseñarnos a sentir y
a ver todo ese extenso e intenso abandono, para que sepamos todos tener con
Jesús Sacramentado la compañía íntima de la imitación y de la inmolación.
Hágalo
así. Y esas luces y esos sentires que, como Obispo ve y siente, sáquelos a la
luz pública para que aprendamos a ser verdaderos acompañantes del santísimo
Sacramento. Y lo que escriba en este sentido, será la obra complementaria o
parte segunda del "Aunque todos... yo no...".
Con
estas esperanzas se ofrece a Su Ilma. atento s.s. y c., D.Z.G., Párroco".
Ya está
dicho en esta carta para qué se escribe este libro: Para enterar de ese
abandono a los no enterados, interesar más a los enterados y mover a
sacerdotes, Marías, Discípulos de san Juan y a las almas eucarísticas todas, a
pelear contra él con la reparación más activa y la compasión mas sentida.
Ángeles de los Sagrarios,
reparadores silenciosos de esos abandonos de que las gentes no se dan cuenta,
ayudadme a descubrir ese mundo de tristezas sin consuelo del Sagrario, conocido
a medias y a introducir en él a muchos, muchos cristianos.
Madre Inmaculada, la que nunca
abandonó y siempre supo dar al Corazón de su Hijo lo que esperaba y pedía, da
virtud a estas paginillas de formar almas con las que cuente siempre tu
Jesús en cada hora de su vida de Sagrario...
Cómo quisiera yo que se leyeran
estas páginas
Yo quisiera que este libro se
leyera muy despacio, y con el alma muy llena de la presencia real de Jesús vivo
en el Sagrario, para dejar tiempo a que la cabeza se entere, el corazón se
mueva y la gracia de Dios obre y después de leído así, que se rumie
en oración afectuosa ante el Sagrario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario