PAPA FRANCISCO
Para qué se va al
templo
Viernes 22 de noviembre
de 2013
Fuente
L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 48, viernes 29 de
noviembre de 2013
El templo existe «para adorar a
Dios». Y precisamente por esto es «punto de referencia de la comunidad»,
compuesta por personas que son ellas mismas «un templo espiritual donde habita
el Espíritu Santo». Una meditación sobre el «verdadero sentido del templo»
propuesta por el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró el viernes
22 de noviembre, por la mañana, en la capilla de la Casa de Santa Marta.
Como de costumbre la reflexión del
Pontífice se inspiró en la liturgia de la Palabra, en particular, en el pasaje
tomado del primer libro de los Macabeos (4, 36-37. 52-59) —que habla de la
nueva consagración del templo realizada por Judas— y del pasaje evangélico de
Lucas que relata la expulsión de los vendedores del templo (19, 45-48).
La de Judas Macabeo —explicó— no fue
la primera consagración y purificación del templo, que, en las vicisitudes de
la historia, fue también «destruido» durante las guerras, tal es así que
«recordamos cuando Neemías reconstruye el templo». Y así Judas Macabeo, después
de la victoria, piensa en el templo: «Nuestros enemigos están vencidos;
subamos, pues, a purificar el santuario y a restaurarlo». Una purificación y
una nueva consagración necesarias «porque los paganos habían utilizado el
santuario para su culto». Por lo tanto «se debía purificar y volver a
consagrar».
Para el Papa Francisco el mensaje de
fondo «es muy importante: el templo como un lugar de referencia de la
comunidad, lugar de referencia del pueblo de Dios». Y en esta perspectiva el
Pontífice hizo también revivir «el itinerario del templo en la historia», que
«comienza con el arca; luego Salomón realiza su construcción; después llega a
ser templo vivo: Jesucristo el templo. Y terminará en la gloria, en la
Jerusalén celestial».
«Consagrar de nuevo el templo para
que se le dé gloria a Dios» es por consiguiente el sentido esencial del gesto
de Judas Macabeo, precisamente porque «el templo es el lugar donde la comunidad
va a orar, a alabar al Señor, a dar gracias, pero sobre todo a adorar». En
efecto, «en el templo se adora al Señor. Este es el punto más importante»
ratificó el Papa. Y esta verdad es válida para todo templo y para toda
ceremonia litúrgica, donde lo que «es más importante es la adoración» y no «los
cantos y los ritos», por bellos que sean. «Toda la comunidad reunida —explicó—
mira al altar donde se celebra el sacrificio y adora. Pero creo, humildemente
lo digo, que nosotros los cristianos tal vez hemos perdido un poco el sentido
de la adoración. Y pensamos: vamos al templo, nos reunimos como hermanos, y es
bueno, es bello. Pero el centro está allí donde está Dios. Y nosotros adoramos
a Dios».
El Papa Francisco invitó, por eso, a
aprovechar la ocasión para repensar en la actitud que hay que tener: «Nuestros
templos —preguntó— ¿son lugares de adoración? ¿Favorecen la adoración? Nuestras
celebraciones, ¿favorecen la adoración?». Judas Macabeo y el pueblo «tenían el
celo por el templo de Dios porque es la casa de Dios, la morada de Dios. E iban
en comunidad a encontrar a Dios allí, a adorar».
Como relata el evangelista Lucas, «también Jesús purifica el templo».
Pero lo hace con el «látigo en la mano». Se pone a expulsar «las actitudes
paganas, en este caso de los mercaderes que vendían y habían transformado el
templo en pequeños negocios para vender, para cambiar las monedas, las
divisas». Jesús purifica el templo reprendiendo: «Está escrito: mi casa será
casa de oración» y «no de otra cosa. El templo es un lugar sagrado. Y nosotros
debemos entrar allí, en la sacralidad que nos lleva a la adoración. No hay otra
cosa».
Además, prosiguió el Pontífice, «san
Pablo nos dice que somos templos del Espíritu Santo: yo soy un templo, el
Espíritu de Dios está en mí. Y también nos dice: no entristescáis al espíritu
del Señor que está dentro de vosotros». En este caso, precisó, podemos hablar
de «una especie de adoración, que es el corazón que busca al Espíritu del Señor
dentro de sí. Y sabe que Dios está dentro de sí, que el Espíritu Santo está
dentro de sí y escucha y le sigue. También nosotros —afirmó— debemos purificarnos
continuamente porque somos pecadores: purificarnos con la oración, con la
penitencia, con el sacramento de la reconciliación, con la Eucaristía».
Y así, explicó el Santo Padre, «en
estos dos templos —el templo material lugar de adoración y el templo espiritual
dentro de mí, donde mora el Espíritu Santo— nuestra actitud debe de ser la
piedad que adora y escucha; que ora y pide perdón; que alaba al Señor». Y
«cuando se habla de la alegría del templo, se habla de esto: toda la comunidad
en adoración, en oración, en acción de gracias, en alabanza. En oración con el
Señor que está dentro de mí, porque soy templo; en escucha; en disponibilidad».
El Papa concluyó la homilía invitando
a orar para que «el Señor nos conceda este sentido auténtico del templo para poder
ir adelante en nuestra vida de adoración y de escucha de la Palabra de Dios».
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