jueves, 11 de julio de 2019

Carta Apostólica "Pacis Nuntius" con la que San Pablo VI proclama a San Benito Patrono de Europa


Proclamación de San Benito 
como Patrono de Europa

24-10-1964

CARTA APOSTÓLICA
DEL SUMO PONTÍFICE

PABLO VI

al que se dio lectura en la Abadía de Montecassino

El Papa San Pablo VI en Montecassino


Para recuerdo perpetuo
Mensajero de paz, realizador de unión, maestro de civilización y, sobre todo, heraldo de la religión de Cristo y fundador de la vida monástica en Occidente: estos son los justos títulos de la exaltación de San Benito Abad.
A la caída del Imperio Romano, ya exhausto, mientras algunas regiones de Europa parecían sumirse en las tinieblas y otras carecían aún de civilización y de valores espirituales, fue él con constante y asiduo empeño quien hizo nacer en éste nuestro Continente la aurora de una nueva era. Principalmente él y sus hijos llevaron con la cruz, con el libro y el arado el progreso cristiano a las poblaciones desparramadas desde el Mediterráneo hasta Escandinavia, desde Irlanda hasta las llanuras de Polonia.
Con la Cruz, es decir, con la ley de Cristo, dio consistencia y desarrollo a los ordenamientos de la vida pública y privada. A este respecto cabe recordar que enseñó a la humanidad la primacía del culto divino por medio del "Opus Dei", o sea de la oración litúrgica y ritual. Y así fue como consolidó la unidad espiritual de Europa en virtud de la cual pueblos divididos en el campo lingüístico, étnico y cultural advirtieron que constituían el único pueblo de Dios; unidad que, gracias al esfuerzo constante de aquellos monjes que siguieron a tan insigne maestro, llegó a ser la característica distintiva de la Edad Media. Todos los hombres de buena voluntad de nuestros tiempos tratan de reconstruir esta unidad que, como afirma San Agustín, es "ejemplar y tipo de belleza absoluta", y que por desgracia, ha sido rota en una confusión de acontecimientos históricos.

Con el libro, o sea con la cultura, el mismo San Benito, de quien tantos monasterios tomaron nombre y vigor, salvó con providencial solicitud, en el momento en que el patrimonio humanista estaba desperdigándose, la tradición clásica de los antiguos, transmitiéndola intacta a la posteridad y restaurando el culto del saber.
Fue con el arado, en fin, es decir, con el cultivo de los campos y con otras iniciativas análogas, como consiguió transformar tierras desiertas y selváticas en campos fertilísimos y en graciosos jardines; y uniendo la oración al trabajo material, según su famoso lema "ora et labora", ennobleció y elevó el esfuerzo humano.
Justamente, por lo tanto, Pío XII saludó a San Benito "como Padre de Europa", ya que a los pueblos de este Continente inspiró aquel amoroso cuidado del orden y de la justicia como base de la verdadera vida social. El mismo Predecesor Nuestro deseó que Dios, por los méritos de este gran Santo, secundara los esfuerzos de cuantos tratan de hermanar a esas mismas Naciones europeas.
También Juan XXIII, en su paternal solicitud, deseó vivamente que así fuera.
Es, por lo tanto, natural que también Nos, a este movimiento que tiende a la consecución de la unidad europea, demos Nuestro pleno asentimiento. Por ello hemos acogido de buen grado los deseos de muchos Cardenales, Arzobispos, Obispos, Superiores Generales de Órdenes Religiosas, Rectores de Universidades y de otros insignes representantes del laicado de varias naciones europeas, de declarar a San Benito Patrono de Europa. Y para esta solemne proclamación se Nos presenta sumamente oportuna la fecha de hoy en que consagramos a Dios de nuevo, en honor de la Virgen Santísima y de San Benito, el templo de MonteCassino que, destruido en 1944 durante el terrible conflicto mundial, ha sido reconstruido por la tenacidad de la piedad cristiana. Lo que hacemos de buen grado, repitiendo el gesto de algunos de Nuestros Predecesores que personalmente quisieron proceder, a lo largo de los siglos, a la dedicación de este centro de espiritualidad monástica, hecho famoso por el sepulcro de San Benito.
Sea, pues, tan insigne Santo el que acoja Nuestros votos y así como en otro tiempo con la luz de la civilización cristiana logró disipar las tinieblas e irradiar el don de la paz, así también ahora presida toda la vida europea y con su intercesión la desarrolle y la incremente cada vez más.
Por lo tanto, a propuesta de la Sagrada Congregación de Ritos, tras atenta consideración, en virtud de Nuestro poder apostólico, con el presente Breve y para siempre constituimos y proclamamos a San Benito Abad celestial Patrono principal de toda Europa, con todos los honores y privilegios litúrgicos que de derecho corresponden a los Protectores primarios. Y ello contra cualquier disposición en contrario.
Roma, junto a San Pedro, con el sello del Pescador, 24 de octubre de 1964, segundo de Nuestro Pontificado.
Pablo VI


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