martes, 11 de junio de 2019

Estamos presenciando el riesgo de que se imponga un pensamiento único a las escuelas - Card. Giuseppe Versaldi


Entrevista de Andrea Tornielli al prefecto de la Congregación para la Educación Católica,  Cardenal Giuseppe Versaldi, en la presentación del documento “Varón y mujer los creó” sobre la ideología de género en la educación, publicada en Vatican News.



Su Eminencia, ¿cuál es el propósito del documento?
Es importante detenerse en el subtítulo: “Por una vía de diálogo sobre la cuestión de género en educaciónˮ. El nuestro no es un documento doctrinal, sino más bien metodológico: cómo educar a las generaciones más jóvenes para que se ocupen de estos temas en un momento en que hay mucha confusión al respecto. Estamos presenciando el riesgo de que se imponga un pensamiento único a las escuelas como un pensamiento científico que no podemos aceptar. Al mismo tiempo, debemos ser capaces de dialogar, de renovarnos y de valorar lo bueno que ha surgido en la investigación sobre el género».

¿Cómo surge este nuevo texto?
«La ocasión y el estímulo para prepararlo han venido de las visitas ad limina de obispos de todo el mundo y también de los viajes que hemos hecho, especialmente de escuelas y universidades. De hecho, se está difundiendo una ideología de género y a la enseñanza de la Iglesia se tilda de retrógrada. Por eso era necesario intentar establecer un diálogo educativo sobre este tema».

¿Sobre qué base ha trabajado?

«Tratamos de hacerlo a un nivel de razón, con argumentos racionales, y no con lemas o de una manera fideísta. Para nosotros la razón es iluminada por la fe y la fe no es contraria a la razón. En el tema de género, sin embargo, es posible establecer un diálogo sobre la base de argumentos que no requieren la adhesión a la fe católica, a través de tres actitudes: escuchar, razonar y proponer.
 Existen argumentos racionales que aclaran la centralidad del cuerpo como subjetividad que comunica la identidad del ser. En esta luz se entiende el dato biológico de la diferencia sexual entre el hombre y la mujer. La formación de la identidad se basa en la alteridad y, en la familia, la confrontación con la madre y el padre facilita al niño en la elaboración de su propia identidad-diferencia sexual. El género “neutroˮ o “tercer géneroˮ, en cambio, aparece como una construcción ficticia».

¿Cuáles son los puntos de encuentro?
«En primer lugar, hay que distinguir entre la ideología de género que se presenta como científica y que también se difunde en las escuelas, y la investigación sobre el género. Si bien no aceptamos la ideología, reconocemos puntos de encuentro en la investigación de género para crecer en la comprensión mutua. Citaré dos ejemplos: la igual dignidad del hombre y de la mujer, después de las formas de subordinación injusta que han marcado siglos de nuestra historia. Luego está la educación de los niños y jóvenes para que respeten a cada persona en su condición particular y diferente – discapacidad, raza, religión, tendencias afectivas – luchando contra todas las formas de intimidación y discriminación injusta. Otro punto importante se refiere a los valores de la feminidad destacados en la reflexión sobre el género: se ha prestado mucha atención al aspecto físico de la sexualidad, poniendo en segundo plano los aspectos culturales, que profundizan la naturaleza sin oponerse a ella. Esta profundización del valor de la feminidad está también bien fundada en los documentos de los últimos Papas».

Pasemos a los aspectos más críticos. ¿Cuáles son?
«Las teorías del género, especialmente las más radicales, se alejan del dato natural, llegando a una opción total para la decisión del sujeto emocional. Así, la identidad sexual y, en consecuencia, también las familias se convierten en «líquidas y “fluidasˮ, fundadas en el deseo del momento más que en el hecho natural y en la verdad del ser. Queremos borrar la diferencia sexual, haciéndola irrelevante para el desarrollo de la persona.

¿Qué resultados espera obtener con este nuevo texto?
«Al proponer el camino del diálogo basado en argumentos de la razón, respetamos posiciones alejadas de las nuestras y pedimos que se respeten las nuestras. No somos nosotros los que elegimos a los estudiantes de las escuelas y universidades católicas, son las familias y los estudiantes los que eligen estas escuelas y universidades, sabiendo que son católicos. No podemos fallar en nuestra identidad al adherirnos a un solo pensamiento que quisiera abolir la diferencia sexual reduciéndola a un mero hecho ligado a las circunstancias culturales y sociales. Debemos evitar los dos extremos: el del pensamiento único y el de la ideología que procede de la consigna, y el de que sólo vengan a nuestras escuelas quienes comparten la fe católica y piensan como nosotros. Debemos buscar formas de diálogo y responder a la emergencia educativa sobre estos temas. El documento es una contribución en este sentido».


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