viernes, 3 de mayo de 2019

Misa de la Virgen María III Visitación de la Bienaventurada Virgen María


Misas de la Virgen III (Adviento III): "Visitación de la Bienaventurada Virgen María"

MISA COMPLETA, GUION Y COMENTARIO



El misterio de salvación, rebosante de dones celestiales, por el que la Santísima Virgen María, cubierta por la sombra del Espíritu Santo y llevando en su seno al Verbo Divino, visitó a Isabel, la liturgia romana lo celebra más de una vez: en la fiesta del día 31 de mayo, próximo el Nacimiento de Juan (día 24 de junio), y también, por una cierta íntima conexión, en el tiempo de Adviento, el día 21 de diciembre, y sobre todo el cuarto domingo del año C, en la inminencia de la Natividad del Señor.
Por esto, la Misa de la Visitación de la bienaventurada Virgen María se emplea adecuadamente cuando, en tiempo de Adviento, se ha de celebrar, por causa justa, la memoria de la Madre del Señor.
La Santísima Virgen María, al visitar a su parienta Isabel, insinúa el misterio de salvación por el que Dios «ha visitado y redimido a su pueblo» (Antífona de entrada, Lc 1, 68); es asimismo modelo de la Iglesia, la cual, «nutrida en los sacramentos divinos y llena del Espíritu Santo», visita a todos los pueblos para que «reconozcan a Cristo como su Salvador» (Oración después de la comunión).
En esta Misa se celebra a la Santísima Virgen como:
- nueva Hija de Sión, que en su seno («en medio de ti») lleva al Señor, Rey de Israel (1ª Lectura, So 3, l4-18a);
- Nueva Arca de la Alianza, que, llevando en su seno al Verbo, lleva «la salvación y el gozo a la casa de Isabel» (Oración colecta, cf. 1 Cro 13, 14);
-Nueva criatura formada por el Espíritu Santo (cf. Oración sobre las ofrendas, cf. LG 56), que, «inundada del rocío celestial» (Oración sobre las ofrendas), dio el fruto de salvación, Cristo Jesús;
-Madre del Señor, reconocida como tal por Isabel, la madre del Precursor, con sus «palabras proféticas... movida por el Espíritu Santo» (Prefacio), entregada totalmente al misterio de la redención;

- Mujer santa que, instruida por las palabras del ángel, se apresura en el cumplimiento de su función salvadora y proclama la grandeza de Dios con un cántico agradecido de alabanza (cf. Evangelio, Lc 1, 39-56); que destaca «por su actitud de servicio» (Prefacio) y con razón es saludada dichosa «por su fe en la salvación prometida» (Prefacio, cf. Aleluya, Lc 1, 45), ella, cuya humillación ha mirado Dios (Antífona de comunión, Lc 1, 48) y a quien proclamarán todas las generaciones. 



Antífona de entrada Lc 1, 68-69a. 70

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. 

Oración colecta 

Oh, Dios, Salvador de los hombres, que, por medio de la bienaventurada Virgen María, Arca de la Nueva Alianza, llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel, concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu para poder llevar a Cristo a los hermanos y proclamar tu grandeza con nuestras alabanzas y la santidad de nuestras costumbres. Por nuestro Señor Jesucristo. 

Liturgia de la Palabra

Primera lectura


El Señor será el rey de Israel, en medio de ti

Lectura de la profecía de Sofonías 3, 14-18a
Regocíjate, hija de Sión;
grita de júbilo, Israel;
alégrate y gózate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha cancelado tu condena,
ha expulsado a tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel,
en medio de ti, y ya no temerás.
Aquel día dirán a Jerusalén:
«No temas, Sión,
no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, en medio de ti,
es un guerrero que salva.
Él se goza y se complace en ti,
te ama y se alegra con júbilo
como en día de fiesta.»
Palabra de Dios.

O bien:

Llega mi amado, saltando sobre los montes


Lectura del libro del Cantar de los cantares 2, 8-14

¡Oíd, que llega mi amado,
saltando sobre los montes,
brincando por los collados!

Es mi amado como un gamo,
es mi amado un cervatillo.

Mirad: se ha parado detrás de la tapia,
atisba por las ventanas,
mira por las celosías.

Habla mi amado y me dice:
«¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!

Porque ha pasado el invierno,
las lluvias han cesado y se han ido,
brotan flores en la vega,
llega el tiempo de la poda,
el arrullo de la tórtola
se deja oír en los campos;
apuntan los frutos en la higuera,
la viña en flor difunde perfume.

¡Levántate, amada mía,
hermosa mía, ven a mí!

Paloma mía, que anidas
en los huecos de la peña,
en las grietas del barranco,
déjame ver tu figura,
déjame escuchar tu voz,
porque es muy dulce tu voz,
y es hermosa tu figura.» 

Palabra de Dios. 

Salmo responsorial Is 12, 2-3. 4bcd. 5-6 (R.: 6b)

R. Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.

El Señor es mi Dios y salvador:
confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R.

Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R.

Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti
el Santo de Israel.» R.

En lugar de esta lectura con su salmo, puede utilizarse la que figura en el Apéndice (del Misal de la Virgen), núm. 8

Aleluya Cf. Lc 1, 45

Dichosa tú, Virgen María, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Evangelio


¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?

+ Lectura del santo Evangelio según san Lucas 1, 39-56
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de m¡ Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
— «Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

Palabra del Señor.



Liturgia de la Eucaristía



Oración sobre las ofrendas

El mismo Espíritu Santo, que formó a la Virgen María como nueva criatura, para que de ella, inundada del rocío celestial, naciera Jesucristo, tu Hijo, el fruto de la salvación, santifique ahora, Señor, nuestros dones. Por Jesucristo, nuestro Señor. 


Prefacio

Santa María, bienaventurada por la fe en la salvación prometida


V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
V. Levantemos el corazón.
R. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V. Demos gracias al Señor, nuestro Dios.R. Es justo y necesario.

En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias
siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.

Que por las palabras proféticas de Isabel,
movida por el Espíritu Santo,
nos manifiestas la grandeza
de la Virgen santa María.

Porque ella, por su fe en la salvación prometida,
es saludada como dichosa,
y por su actitud de servicio
es reconocida como Madre del Señor
por la madre del que le iba a preceder.

Por eso, unidos con alegría
al cántico de la Madre de Dios,
proclamamos tu grandeza,
cantando con los ángeles y los santos:


Santo, Santo, Santo. 


Antífona de comunión Lc 1, 48

Ha mirado la humillación de su esclava, desde ahora me felicitarán todas las generaciones.

Oración después de la comunión

Tu Iglesia, Señor, nutrida en los sacramentos divinos y llena del Espíritu Santo, vaya gozosa al encuentro de todos los pueblos, para que, al oír la palabra de salvación, se alegren por la redención cumplida y reconozcan a Cristo como su Salvador. Que vive y reina por los siglos de los siglos. 



Introducción
En estos días en que aguardamos con esperanza la gran solemnidad del Nacimiento del Salvador,  nos reunimos para celebrar esta Eucaristía en la que vamos a meditar sobre la Visitación de María a su prima Isabel. ¡Cuántas veces, al desgranar las cuentas del segundo misterio gozoso del Rosario, habremos contemplado con el corazón esta página evangélica!
Hoy también queremos dar gracias a Dios por haber querido que fuera María, la Madre más tierna de todas, la que Lo hospedara en su seno, introduciéndolo en la historia como uno de nosotros. Cantamos…
Lecturas
La palabra de Dios es el anuncio de Salvación, recibámosla con la alegría que Isabel recibió la visita del Verbo Encarnado en las entrañas purísimas de María.


Oración de los fieles

R. Te lo pedimos por María, "bendita entre las mujeres".

-Por la Iglesia Católica y por todas aquellas iglesias cristianas que, como ellas, trabajan por la unidad, para que sean dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo. Oremos.

-Por los que, como María, Virgen peregrina, llevan el gozo de la presencia del Señor a sus hermanos, para que puedan llegar incluso a los corazones más endurecidos. Oremos.

-Por los matrimonios que no pueden tener hijos, para que cuenten con la gloriosa intercesión de los Santos Zacarías e Isabel, padres de Juan Bautista. Oremos.

-Por las Almas del Purgatorio, para que llegue a ellas el poderoso auxilio de la Madre del Señor. Oremos.

Ofertorio
Presentamos el pan y el vino que, por la acción del Espíritu, serán el Cuerpo y la Sangre del Hijo de Dios, gracias al cual todas las generaciones felicitan a María. Cantamos…

Comunión
La misma Virgen María, nuestra Señora de la Visitación, que llevó en su seno al Salvador del mundo, es la que ahora nos invita a recibirlo como Pan de Vida eterna. Con gozo y gratitud aceptamos la invitación de la Madre de nuestro Señor. Cantamos…


Despedida
Hemos participado del Banquete eucarístico en este santo tiempo de Adviento. Imitemos la santa esperanza de María, ya a las puertas de la Navidad del Señor. Cantamos…


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