martes, 10 de diciembre de 2013

Oración, sacrificio, formación y acción - Pablo VI

Del discurso de Pablo VI
en la Asamblea de la
Acción Católica Italiana
23 de septiembre de 1973

 
Valor de la oración: Ella es “el alma de todo apostolado” y, por tanto, si faltase, la Acción Católica quedaría privada de su espina dorsal. Tened, por ende, una sólida vida litúrgica y sacramental, centrada en torno a la piedad eucarística y a la asidua participación en la Misa. Pero no olvidéis, tampoco, las formas tradicionales, que tantos frutos han dado en la formación de los grupos dirigentes y las filas de los miembros de la Acción Católica: ejercicios y retiros espirituales, horas de adoración, rosario diario para expresar la propia límpida y viril devoción mariana.
 
Necesidad del sacrificio: en un momento en que la mentalidad permisiva y hedonista parece haber debilitado la voluntad con la exaltación del instinto y del capricho, es necesario recordar el compromiso común – y especialmente de los jóvenes, tan generosos por naturaleza- con respecto al significado del sacrificio como valor formativo de la persona humana. La Acción Católica italiana ha tenido el gran mérito en el pasado de formar como una mentalidad y una escuela de fuertes voluntades, templadas en el dominio de sí; ha enseñado un amor al sacrificio que no tiene nada que ver con los postulados, por altos que sean, de ciertas filosofías antiguas y modernas y de nobilísimas religiones no cristianas, sino que se comprende únicamente a la luz de la Cruz, en la aplicación del paulino adimpleo ea quae desunt passionum Chrsti (Col. 1, 24) (completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo): es decir, en un amor ardiente y silencioso, dulce y apasionado, a Cristo crucificado, que nos ha redimido con su don de amor.
 
Importancia del estudio: éste es importante porque hoy, como ayer, el apostolado es difícil y encuentra resistencias, supone convicciones profundas y durables; y las convicciones no se improvisan ni se confían al cuidado pasajero del sentimiento, sino que exigen una preparación sólida de la mente junto con el entrenamiento de la voluntad. Nuestras queridas Asociaciones de Acción Católica ¿son todavía centro de irradiación mediante la cultura religiosa?, ¿los cursos de teología para seglares?, ¿las varias iniciativas para entrar en contacto con las culturas modernas?, ¿estudian nuestros queridos miembros?, ¿estudian la Palabra de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, especialmente en el Evangelio y en las Cartas de San Pablo?, ¿los documentos conciliares?, ¿los textos del magisterio pontificio y episcopal?. Estad siempre ala altura de vuestro tiempo para dar razón de vuestra fe a quien os la pida (cfr. 1 Pe. 3,15).
 
Finalmente la acción: la cual es vuestro apelativo por antonomasia y brota incontenible de la riqueza interior, alimentada por las fuentes espirituales que os hemos descrito. La acción os llama a dar testimonio de Cristo con el compromiso apostólico y temporal, “con responsabilidad personal propia”. El Estatuto, inspirándose en el Concilio, os ha revelado todo el campo de las realidades temporales, en el cual, como seglares, podéis y debéis estar presentes: ha subrayado con particular énfasis la colaboración en el desarrollo de la familia: y vosotros sabéis cuánto nos preocupa este punto, pues precisamente no hace mucho hemos instituido un especial Comité para la familia. Y así se diga de todos los demás sectores de la vida moderna, desde la profesión a la escuela, al trabajo, al tiempo libre, a los medios de comunicación social. Los talentos, confiados a vosotros por el Señor, esperan ser negociados: ¡no los enterréis! ¡Hacen falta almas generosas que sepan actuar alegremente por el reino de Dios! ¡Estad siempre entre ellas!
 
 

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