sábado, 9 de noviembre de 2013

Domingo XXXII (ciclo c) Catena Aurea

Lucas 20, 27-38
Además se llegaron algunos de los saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron. Diciendo: "Maestro: Moisés nos dejó escrito: si muriese el hermano de alguno teniendo mujer, y sin dejar hijos, que se case con ella el hermano y levante linaje a su hermano. Pues eran siete hermanos, y tomó mujer el mayor y murió sin hijos; y la tomó el segundo, y murió también sin hijos; y la tomó el tercero. Y así sucesivamente todos siete, los cuales murieron sin dejar sucesión. Y a la postre de todos murió también la mujer. ¿Pues en la resurrección, de cuál de ellos será la mujer? pues todos siete la tuvieron por mujer". Y Jesús les dijo: "Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento; mas los que serán juzgados dignos de aquel siglo, y de la resurrección de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento. Porque no podrán ya más morir, por cuanto son iguales a los ángeles, e hijos son de Dios cuando son hijos de la resurrección. Y que los muertos hayan de resucitar lo mostró también Moisés cuando junto a la zarza llamó al Señor el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob. Y no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven en El".
Beda, ut sup
Había dos clases de herejías entre los judíos: la de los fariseos, que preferían la rectitud de las tradiciones -y por esto el pueblo los llamaba divididos-; y la otra de los saduceos, que quiere decir justos, atribuyéndose lo que no eran. Cuando se marcharon los primeros, vinieron los segundos a tentarle; por esto sigue: "Además se llegaron algunos de los saduceos", etc.
Orígenes
La herejía de los saduceos no sólo niega la resurrección de los muertos, sino que además dice que el alma muere con el cuerpo. Estos, poniendo asechanzas al Salvador, le propusieron esta cuestión precisamente en el tiempo en que le oyeron hablar a sus discípulos acerca de la resurrección. Por esto sigue: "Y le preguntaron diciendo: Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si muriese el hermano de alguno teniendo mujer, pero sin dejar hijos", etc.
San Ambrosio
Según la letra de la ley, era obligada a casarse la viuda, aun contra su voluntad, para que el hermano del difunto suscitase su descendencia; pero el espíritu de la ley enseña la castidad.
Teofiactus
Los saduceos, apoyándose en este débil fundamento, no creían en la doctrina de la resurrección. Como opinaban que la vida después de la resurrección sería carnal, se engañaban; y por tanto, censurando el dogma de la resurrección como imposible, fingen esta narración diciendo: "Pues eran siete hermanos", etc.
 
Beda, ut sup
Inventaron esta fábula para tildar de locos a los que dicen que es verdad la resurrección de los muertos. Oponen, por tanto, la torpe invención de esta fábula para negar la verdad de la resurrección; por esto añaden: "Pues en la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer?", etc.
 
San Ambrosio
En sentido espiritual esta mujer es la sinagoga, que tuvo siete maridos, como se dice de la samaritana: "Cinco maridos has tenido" ( Jn 4,18); porque los samaritanos admitían únicamente los cinco libros de Moisés, mientras que la sinagoga admitía siete especialmente; y de ninguno de ellos obtuvo hijos a causa de su perfidia. Y no pudo tener parte con sus maridos en la resurrección porque dio un sentido carnal al precepto espiritual; porque no se le anunció un hermano carnal, que suscitase la descendencia de su hermano difunto, sino aquel hermano que, una vez muerto el pueblo de los judíos, tomase para sí como esposa a la sabiduría del divino culto, y suscitara de ella una descendencia en los apóstoles, los que habiendo quedado todavía informes en las entrañas de la sinagoga, como reliquias de los difuntos judíos, merecieron ser conservados, en virtud de la elección de la gracia, por la mezcla de una nueva semilla.
 
Beda
Estos siete hermanos pueden representar a los réprobos que viven estériles de las buenas obras por toda la vida de este mundo, que es una revolución de siete días, sobre los cuales, pasando de unos a otros la muerte, acabará hasta el último de ellos su vida mundana como mujer infecunda.
 
Teofiactus
Manifestando el Señor que después de la resurrección no habrá vida material, destruyó sus doctrinas y su frágil fundamento; por esto sigue: "Y Jesús les dijo: Los hijos de este siglo se casan", etc.
 
San Agustín, De quaest. evang. 2,49
Porque los casamientos se hacen para tener hijos; los hijos vienen por la sucesión, y la sucesión por la muerte; por tanto, donde no hay muerte no hay casamientos; y así dice: "Mas los que serán juzgados dignos", etc.
 
Beda
Lo cual no debe entenderse de tal modo que creamos que únicamente resucitarán los que sean dignos o los que no se casen, sino que también resucitarán todos los pecadores, y no se casarán en la otra vida. Además, el Señor, para excitar nuestras almas a que busquen la resurrección gloriosa, no quiso hablar más que de los elegidos.
 
San Agustín, ut sup
Así como nuestra palabra se forma y perfecciona con sílabas que se siguen y suceden, así los mismos hombres de quienes es la palabra, siguiéndose y sucediéndose, hacen y perfeccionan el orden de este siglo, que es el tejido de la hermosura temporal de las cosas. Mas como la palabra de Dios, de que gozaremos en la otra vida, no se compone de una continuación o sucesión de sílabas puesto que todo en El es permanente y uniforme, así los que participen de El, para quienes será la vida, ni faltarán muriendo ni aumentarán naciendo, como sucede ahora respecto de los ángeles. Sigue, pues: "Son iguales a los ángeles".
 
San Cirilo
Así como hay una multitud grande de ángeles que no se aumenta por generación sino por creación, así para los que resuciten no habrá necesidad de ulteriores nupcias. Por esto dice: "Y son hijos de Dios", etc.
 
Teofiactus
Como diciendo: Dios es quien obra en la resurrección; por tanto, se llamarán hijos de Dios los que sean regenerados por la resurrección; nada carnal se verá en la regeneración de los que resuciten; ni coito, ni matriz, ni parto.
 
Beda
Serán iguales a los ángeles y a los hijos de Dios, porque renovados por la gloria de la resurrección, sin miedo alguno a la muerte, sin mancha de corrupción y sin ninguna circunstancia de la vida material, gozarán de la presencia constante de Dios.
 
Orígenes
Pero como el Señor dice por medio de San Mateo esta palabra omitida aquí: "Erráis desconociendo las Escrituras" ( Mt 22,29), por ello os pregunto: ¿en dónde está escrito que no se casan ni se casarán? Planteo la cuestión de dónde está escrito que ni se casarán ni serán dados en casamiento. Y según yo creo, no se ha hallado nada semejante en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento. Pero todo su error -de los saduceos- se introdujo por la lectura de la Escritura que no entienden, porque dice Isaías: "Mis escogidos no tendrán hijos para maldición" ( Is 65,13), etc. Por esto creen que habrá de suceder esto en la resurrección. San Pablo, interpretando todas estas bendiciones en sentido espiritual, y sabiendo que no eran carnales, dice a los de Efeso: "Nos has bendecido con toda bendición espiritual" ( Ef 1,3).
 
Teofiactus
También el Señor añadió a la razón ya dicha el testimonio de la Escritura, diciendo: "Y que los muertos hayan de resucitar lo manifestó Moisés, cuando junto a la zarza le dijo el Señor: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob". Como si dijera: Si los patriarcas volviesen a la nada, y no viviesen en Dios con la esperanza de la resurrección, no hubiese dicho "Yo soy", sino "yo había sido"; porque cuando hablamos de cosas pasadas o que no existen, decimos: Yo era dueño de aquella cosa; así que, cuando dice ahora: Yo soy, da a conocer que El es Dios y el Señor de los vivos, como demuestran además estas palabras: "Y no es Dios de muertos, sino de vivos, porque todos viven en El". Por tanto, aunque hayan muerto, viven en El con la esperanza de resucitar.
 
Beda
O bien dice esto para deducir, una vez probada la existencia de las almas después de la muerte -lo que negaban los saduceos- la resurrección de los cuerpos que han obrado bien o mal en unión con las almas. En efecto, es verdadera vida la de los justos que viven en Dios aun cuando mueran en cuanto al cuerpo. Para probar la verdad de la resurrección pudo emplear ejemplos más evidentes de los profetas; pero los saduceos únicamente admitían los cinco libros de Moisés, despreciando los oráculos de los profetas.

Crisóstomo
Como los santos llaman suyo al Señor del Universo, no menoscabándole su dominio, sino manifestando su propio afecto, a manera de los que se aman, que no quieren amar con muchos sino expresar cierta predilección singular y especial; así Dios se llamaba especialmente su Dios, no coartando su dominio sino ampliándole; porque la multitud de los súbditos no manifiesta este dominio tanto como la virtud de sus servidores. Por tanto, el Señor no se goza tanto cuando se le llama el Dios del cielo y de la tierra, como cuando se le llama el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y así como entre los mortales ciertamente los criados son llamados por el nombre de sus señores -como arrendatario de tal señor-, Dios se llama, en sentido contrario Dios de Abraham.

 

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