viernes, 9 de agosto de 2013

"¡Esto para la Iglesia es una gran esperanza pastoral!" Mons. Héctor Aguer


Reflexión de monseñor Héctor Aguer

Sobre la JMJ Río 2013

Arzobispo de La Plata

en el programa

"Claves para un Mundo Mejor"

3 de agosto de 2013


“Seguramente ustedes, queridos amigos televidentes, han seguido a través de los medios el desarrollo de la Jornada Mundial de la Juventud que se ha celebrado en Río de Janeiro. Y la habrán seguido también a través de “Claves”, que ha hecho su buena parte en esta difusión”.

“Acabo de leer precisamente la repercusión en la prensa gráfica brasileña y por supuesto, he seguido la Jornada desde aquí durante su desarrollo “en vivo”, podríamos decir, a la distancia y quiero hacerles un breve comentario en tres puntos”.

“El primero: ésta ha sido una gran celebración de la fe, una fiesta de la fe podríamos decir. Cuando se reúnen muchos jóvenes el ambiente es necesariamente festivo, pero aquí la motivación aún en las celebraciones litúrgicas, el fervor de la oración, los momentos de silencio, las expresiones todas constituían una manifestación de la alegría de la fe. Estimo que eso, en los corazones de los jóvenes significa una marca muy profunda. Los pastores de la Iglesia, según lo que hemos comentado con muchos sacerdotes en estos días, al respecto tenemos grandes esperanzas. El impulso que el Papa ha dado a los muchachos y chicas que han participado se va a multiplicar en aquellos que no pudieron ir, pero que ahora recibirán su testimonio”.

“El segundo punto se refiere al mensaje central del Papa Francisco. ¿Qué es lo que ha querido el Papa? Ha querido mover a los chicos y chicas a una participación más intensa, a un compromiso de vida y a un compromiso, sobre todo, misionero. Cuando hablamos de misión pensamos en algo muy organizado, pero tenemos que acostumbrarnos a algo que se viene viviendo en la Iglesia desde los orígenes: La misión fundamental es el testimonio de vida de los cristianos. Se trata, por tanto, de una misión ininterrumpida”.

“Imagínense ustedes el efecto de tantos millones de chicos reunidos si cada uno de ellos contagia esa alegría de la fe y la fortalece y la testimonia con su vida, con su manera de pensar, con su manera de decir y, sobre todo, con su amor, insertándose en las estructuras de la Iglesia y en los distintos ámbitos de la sociedad de los cuales participan. ¡Esto para la Iglesia es una gran esperanza pastoral!”

“Y el tercer punto que quisiera remarcar es que allí se ha dado –me lo contaba uno de mis Obispos Auxiliares que participó- una muestra clara e indiscutible de la comunidad de la Iglesia, de la comunión de la Iglesia. Eso se veía en el amor con que recibían a los obispos, a los sacerdotes, a las religiosas en las calles de Río de Janeiro; el conjunto de esa participación eclesial tan variada, presidida nada menos que por el Papa, es una imagen concreta de la Iglesia, y podemos decir entonces, tanto para los pesimistas como para los contradictores, que se ve que la Iglesia tiene futuro, que el Cristianismo tiene futuro. Que así como se trasmiten de generación en generación tantas cosas, algunas buenas y otras no tanto, se trasmite y se puede trasmitir también la fe y el amor cristiano. Este pensamiento nos tiene que alentar a ir acompañando luego, y continuamente, en la vida ordinaria, a los jóvenes que participan en nuestras distintas comunidades”

“Estos grandes acontecimientos pueden ocurrir cada tanto, pero implican una especie de inyección de vitalidad, de entusiasmo, un aire nuevo en pulmones que tienen que respirar plenamente para proclamar lo que el Papa ha querido proclamar delante de los que fueron a Río: que Jesucristo es el Señor, que nos ama, que nos ha salvado y que Él es el camino no sólo para nosotros sino para toda la humanidad”.

“Por último: el punto aglutinante de esta gran comunión eclesial que se manifestó de un modo visible en Río de Janeiro ha sido, obviamente, el Papa Francisco. Pero él no atrajo la atención sobre sí, para que descansara definitivamente sobre sí. Si algo ha dicho y hecho el Papa Francisco ha sido remitir a esos jóvenes a Jesús; esto vale también para nosotros”.

Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata

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