viernes, 19 de octubre de 2012

Credo o Símbolo Atanasiano ; Quicumque


          Hay verdades que aveces nos cuesta entender, incluso aceptar.  Debemos pedir la gracia de Dios para creer, rogar para que nuestra fe sea siempre aumentada, en todas las enseñanzas de Nuestro Señor a través de la Iglesia, Mater et Magistra.  ¿Cuál es el corazón de nuestra fe? ¿en qué creemos? la respuesta más simple que un cristiano católico puede y debería poder dar a esa respuesta es: creo en lo que dice el Credo.
          En la hermosa riqueza de nuestra Iglesia, podemos encontrar una versión del Credo, llamado Quicumque o Símbolo Atanasiano.  Esta bellísima profesión de fe, nos ayuda a meditar la maravilla del misterio de la Santísima Trinidad y nos invita a dar gracias por la belleza que encierra nuestra fe.
          Fue atribuído a Atanasio de Alejandría (+373) pero muy probablemente es posterior al siglo IV. De este antiquísimo CREDO se ignora quién fue su autor. Escrito en Latín, es un resumen didáctico de la doctrina cristiana, y se centra especialmente en el dogma de la Santísima Trinidad ya que como todo credo consta de una parte trinitaria, ampliamente desarrollada como en ningún otro credo, y otra segunda parte sobre la encarnación de Cristo. Los dos dogmas fundamentales de nuestra fe. La Iglesia lo ha usado en la liturgia y lo ha rezado durante siglos en el breviario todos los domingos.. Gozó de gran autoridad en la Iglesia Latina y su uso se extendió rápidamente a todos los ritos de Occidente. Puede rezarse y meditarse como signo de adoración y alabanza a la Trinidad Beatísima.
          Santa Teresa de Ávila nos cuenta en su autobiografía cómo meditando este símbolo recibió gracias especiales para penetrar en este inefable misterio: “Estando una vez rezando el Quicumque vult —escribe la santa—, se me dio a entender la manera de cómo era un solo Dios y tres personas tan claramente, que yo me espanté y me consolé mucho. Hízome tan grandisímo provecho para conocer más la grandeza de Dios y sus maravillas…[1]
Ant.: Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).
1. Todo el que quiera salvarse,
es preciso ante todo que profese la fe católica:
2. Pues quien no la observe íntegra y sin tacha,
sin duda alguna perecerá eternamente.
3. Y ésta es la fe católica:
que veneremos a un solo Dios en la Trinidad Santísima y a la Trinidad en la unidad.
4. Sin confundir las personas,
ni separar la substancia.
5. Porque una es la persona del Padre,
otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo.
6. Pero el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo
son una sola divinidad, les corresponde igual gloria y majestad eterna.
7. Cual es el Padre, tal es el Hijo,
tal el Espíritu Santo.
8. Increado el Padre, increado el Hijo,
increado el Espíritu Santo.
9. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo,
inmenso el Espíritu Santo.
10. Eterno el Padre, eterno el Hijo,
eterno el Espíritu Santo.
11. Y sin embargo no son tres eternos,
sino un solo eterno.
12. De la misma manera, no tres increados,
ni tres inmensos,
sino un increado y un inmenso.
13. Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo,
omnipotente el Espíritu Santo.
14. Y, sin embargo, no tres omnipotentes,
sino un omnipotente.
15. Del mismo modo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios.
16. Y, sin embargo, no son tres Dioses,
sino un solo Dios.
17. Así el Padre es Señor, el Hijo es Señor,
el Espíritu Santo es Señor.
18. Y, sin embargo, no son tres Señores,
sino un solo Señor.
19. Porque así como la verdad cristiana
nos obliga a creer que cada persona
es Dios y Señor,
la religión católica nos prohibe
que hablemos de tres Dioses o Señores.
20. El Padre no ha sido hecho por nadie,
ni creado, ni engendrado.
21. El Hijo procede solamente del Padre,
no hecho, ni creado, sino engendrado.
22. El Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo, no hecho, ni creado, ni engendrado, sino procedente.
23. Por tanto hay un solo Padre, no tres Padres;
un Hijo, no tres Hijos;
un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos.
24. Y en esta Trinidad nada hay anterior o posterior,
nada mayor o menor:
pues las tres personas son coeternas
e iguales entre sí.
25. De tal manera que, como ya se ha dicho antes,
hemos de venerar la unidad en la Trinidad
y la Trinidad en la unidad.
26. Por tanto, quien quiera salvarse es necesario que crea estas cosas sobre la Trinidad.
27. Pero para alcanzar la salvación eterna
es preciso también creer firmemente
en la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
28. La fe verdadera consiste en que creamos
y confesemos que Nuestro Señor Jesucristo,
Hijo de Dios, es Dios y Hombre.
29. Es Dios, engendrado de la misma substancia que el Padre, antes del tiempo;
y hombre, engendrado de la substancia
de su Madre Santísima en el tiempo.
30. Perfecto Dios y perfecto hombre:
que subsiste con alma racional y carne humana.
31. Es igual al Padre según la divinidad;
menor que el Padre según la humanidad.
32. El cual, aunque es Dios y hombre,
no son dos cristos, sino un solo Cristo.
33. Uno, no por conversión de la divinidad en cuerpo,
sino por asunción de la humanidad en Dios.
34. Uno absolutamente, no por confusión de substancia,
sino en la unidad de la persona.
35. Pues como el alma racional y el cuerpo forman un hombre;
así, Cristo es uno, siendo Dios y hombre.
36. Que padeció por nuestra salvación: descendió a los infiernos
y al tercer día resucitó de entre los muertos.
37. Subió a los cielos y está sentado
a la diestra de Dios Padre Todopoderoso:
desde allí ha de venir a juzgar
a los vivos
y a los muertos.
38. Y cuando venga,
todos los hombres resucitarán con sus cuerpos, y cada uno rendirá cuentas de sus propios hechos.
39. Y los que hicieron el bien gozarán de vida eterna, pero los que hicieron el mal irán al fuego eterno.
40. Ésta es la fe católica,
y quien no la crea fiel y firmemente
no se podrá salvar.
Gloria al Padre…
Ant.: Gloria a Ti, Trinidad igual, única Deidad, antes de los siglos, y ahora, y siempre (T. P. Aleluya).
V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
Los sacerdotes añaden:
V. El Señor esté con vosotros.
R. Y con tu espíritu.
Oremos.
Oh Dios todopoderoso y eterno,
que con la luz de la verdadera fe diste a tus siervos
conocer la gloria de la Trinidad eterna,
y adorar la Unidad en el poder de tu majestad:
haz, te suplicamos, que,
por la firmeza de esa misma fe,
seamos defendidos siempre de toda adversidad.
Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que contigo vive y reina
en la unidad del Espíritu Santo,
Dios, por todos los siglos de los siglos.
R. Amén.
Latín:
Ant. Glória tibi, Trínitas* æquális, una Déitas, et ante ómnia saécula, et nunc, et in perpétuum. (T. P. Allelúia).
1. Quicúmque vult salvus esse, *
ante ómnia opus est, ut téneat cathólicam fidem:
2. Quam nisi quisque íntegram
inviolatámque serváverit, *
absque dúbio in ætérnum períbit.
3. Fides autem cathólica hæc est: *
ut unum Deum in Trinitáte,
et Trinitátem in unitáte venerémur.
4. Neque confundéntes persónas, *
neque substántiam separántes.
5. Alia est enim persóna Patris ália Fílii,*
ália Spíritus Sancti:
6. Sed Patris, et Fílii, et Spíritus Sancti
una est divínitas, *
æquális glória, coætérna maiéstas.
7. Qualis Pater, talis Fílius, *
talis Spíritus Sanctus.
8. Increátus Pater, increátus Fílius, *
increátus Spíritus Sanctus.
9. Imménsus Pater, imménsus Fílius, *
imménsus Spíritus Sanctus.
10. Ætérnus Pater, ætérnus Fílius, *
ætérnus Spíritus Sanctus.
11. Et tamen non tres ætérni, *
sed unus ætérnus.
12. Sicut non tres increáti,
nec tres imménsi, *
sed unus increátus, et unus imménsus.
13. Simíliter omnípotens Pater, omnípotens Fílius, *
omnípotens Spíritus Sanctus.
14. Et tamen non tres omnipoténtes, *
sed unus omnípotens.
15. Ita Deus Pater, Deus Fílius, *
Deus Spíritus Sanctus.
16. Et tamen non tres dii, *
sed unus est Deus.
17. Ita Dóminus Pater, Dóminus Fílius, *
Dóminus Spíritus Sanctus.
18. Et tamen non tres Dómini, *
sed unus est Dóminus.
19. Quia, sicut singillátim unamquámque
persónam Deum ac Dóminum
confitéri christiána veritáte compéllimur:*
ita tres Deos aut Dóminos
dícere cathólica religióne prohibémur.
20. Pater a nullo est factus: *
nec creátus, nec génitus.
21. Fílius a Patre solo est: *
non factus, nec creátus, sed génitus.
22. Spíritus Sanctus a Patre et Fílio: *
non factus, nec creátus, nec génitus,sed procédens.
23. Unus ergo Pater, non tres Patres:
unus Fílius, non tres Fílii: *
unus Spíritus Sanctus, non tres Spíritus Sancti.
24. Et in hac Trinitáte nihil prius aut postérius,
nihil maius aut minus: *
sed totæ tres persónæ coætérnæ
sibi sunt et coæquáles.
25. Ita ut per ómnia, sicut iam supra dictum est, *
et únitas in Trinitáte,
et Trínitas in unitáte veneránda sit.
26. Qui vult ergo
salvus esse, *
ita de Trinitáte séntiat.
27. Sed necessárium est ad ætérnam salútem, *
ut incarnatiónem quoque Dómini
nostri Iesu Christi fidéliter credat.
28. Est ergo fides recta ut credámus et confiteámur, *
quia Dóminus noster Iesus Christus,
Dei Fílius, Deus et homo est.
29. Deus est ex substántia Patris
ante saécula génitus: *
et homo est ex substántia matris in saéculo natus.
30. Perféctus Deus, perféctus homo: *
ex ánima rationáli et humána carne subsístens.
31. Æquális Patri secúndum divinitátem;* minor Patre secúndum humanitátem.
32. Qui, licet Deus sit et homo, *
non duo tamen, sed unus est Christus.
33. Unus autem non conversióne divinitátis in carnem, *
sed assumptióne humanitátis in Deum.
34. Unus omníno, non confusióne substántiæ, *
sed unitáte persónæ.
35. Nam sicut ánima rationális et caro unus est homo: *
ita Deus et homo unus est Christus.
36. Qui passus est pro salúte nostra: descéndit ad ínferos: *
tértia die resurréxit a mórtuis.
37. Ascéndit ad cælos,
sedet ad déxteram Dei Patris omnipoténtis:*
inde ventúrus est iudicáre vivos
et mórtuos.
38. Ad cuius advéntum omnes hómines
resúrgere habent cum corpóribus suis:*
et redditúri sunt de factis própriis ratiónem.
39. Et qui bona egérunt, ibunt in vitam ætérnam:*
qui vero mala, in ignem ætérnum.
40. Hæc est fides cathólica,*
quam nisi quisque fidéliter firmitérque credíderit,
salvus esse non póterit.
Glória Patri . . .
Ant. Glória tibi, Trínitas æquális, una Déitas, et ante ómnia saécula, et nunc, et in perpétuum. (T. P. Allelúia).
V. Dómine, exáudi oratiónem meam.
R. Et clamor meus ad te véniat.
Sacerdotes addunt:
V. Dóminus vobíscum
R. Et cum spíritu tuo.
Orémus.
Omnípotens sempitérne Deus,
qui dedísti fámulis tuis, in confessióne veræ fídei, ætérnæ Trinitátis glóriam agnóscere,
et in poténtia maiestátis adoráre unitátem:
quaésumus;
ut eiúsdem fídei firmitáte,
ab ómnibus semper muniámur advérsis.
Per Dóminum nostrum Iesum Christum
Fílium tuum;
qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti,
Deus, per ómnia saécula sæculórum.
R. Amen.
[1] Sta. Tersa de Avila, Vida, 25, 39.1

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